Mientras México entero estaba distraído ayer en la Cámara de Diputados, esperando la votación sobre la Reforma Eléctrica, su Doctor Frankenstein -alias Manuel Bartlett- continuaba haciendo de las suyas en la CFE
POR RAMÓN ALBERTO GARZA / Codigo Magenta
Mientras México entero estaba distraído ayer en la Cámara de Diputados, esperando la votación sobre la Reforma Eléctrica, su Doctor Frankenstein -alias Manuel Bartlett- continuaba haciendo de las suyas en la Comisión Federal de Electricidad.
Lo que les vamos a relatar es solo una muestra de lo que se repetiría ad infinitum con el monopolio de la generación y distribución de la energía eléctrica, si se mantiene en manos de cuestionables funcionarios como el ex secretario de Gobernación, ex secretario de Educación y ex gobernador de Puebla.
Ahí tienen que, aprovechando que durante las últimas semanas toda la atención estaba enfocada al debate legislativo, la CFE lanzó su convocatoria para contratar la compra de autos y unidades de servicio para el Ejercicio 2022-2025. Es decir, desde ahora hasta un año después de que termine el gobierno de la Cuarta Transformación.
De acuerdo a la licitación CFE-0001-CASAT-0003-2022, la CFE necesitaría para esos tres años un mínimo de 7 mil 323 vehículos y un máximo de 14 mil 646.
Pero esa supuesta licitación viene bien disfrazada para beneficiar a quien es actualmente su proveedor, Juan Antonio Hernández, dueño de Arrendamóvil de México, una filial del Grupo Autofin que opera en el sur del país y que nada tiene que ver con la original Autofin que opera en el norte de México.
Es el mismo personaje que con el padrinazgo de Ricardo Peralta, el más oscuro de los operadores de la Cuarta Transformación y quien fuera asesor jurídico de Arrendamóvil de México, mantiene una disputa para adueñarse ilegalmente de la marca Autofin.
Bueno, pues el conflicto de la nueva licitación, lanzada hace apenas unos días, radica en que Arrendamóvil de México ya ganó en 2019 -con la CFE y con Manuel Bartlett-, un contrato por 4 mil 788 millones de pesos para surtirle 9 mil 856 vehículos entre 2019 y 2022.
Curiosamente, Juan Antonio Hernández, el ex jefe de Ricardo Peralta, pudo entenderse muy bien con Manuel Bartlett y en aquel primer concurso ganó 32 de las 42 partidas en juego, lo que significaban surtirle 8 mil 903 unidades a la CFE.
Pero una semana antes de que se cumpliera el plazo del contrato, Arrendamóvil de México pidió una prórroga porque, pretextando la pandemia, le faltaban de entregar 2 mil 499 vehículos.
Como no se podía tapar el sol con un dedo, la CFE le impuso quitas por 192 millones de pesos y multas por 16 millones de pesos. Nada significativo para un contrato de casi 5 mil millones de pesos.
Ante tales irregularidades, la Secretaría de la Función Pública generó la investigación 6104/2020/PPC/CFE/DE29 e, incluso, la Auditoría Superior de la Federación entró a revisión exhaustiva del controvertido contrato.
La conclusión exhibida en el expediente 475-DE advirtió que no se documentaron los convenios modificatorios y tampoco la recuperación de 70.7 millones de pesos de deducciones por autos que se fueron a mantenimiento sin que, como lo marca el contrato, fueran reemplazados por vehículos de sustitución temporal.
Incluso después de estos aberrantes incumplimientos, la CFE le adjudicó a Arrendamóvil de México un contrato, este sin licitación, de manera directa, para que la empresa en falta se repusiera de los costos de las multas aplicadas, tanto por la CFE misma, como por las autoridades fiscalizadoras.
Quizás por ello otros proveedores, entre quienes se debería distribuir un contrato tan complejo como jugoso, están exigiendo que cuando el próximo 13 de mayo se dé el fallo de la nueva licitación, la Secretaría de la Función Pública le colocara una gran lupa a los acuerdos en lo oscurito que está planeando Manuel Bartlett, de la mano de Juan Antonio Hernández.
Si eso es lo que hacen la CFE, su director y sus secuaces con la licitación de vehículos, con que tiene asignado un nada despreciable presupuesto de más de 5 mil millones de pesos, imagínese el tamaño de lo que se debe estar ejerciendo en los grandes contratos con proveedores de postes, cables, medidores y otros tantos de los grandes insumos de la industria eléctrica.
¿Para eso quiere el presidente Andrés Manuel López Obrador la Reforma Eléctrica? ¿Para continuar beneficiando los bolsillos de una familia como los Bartlett, que operan como una cofradía frente a decenas de proveedores de la CFE?
Qué bueno que el bloque opositor frenó la aprobación de la debatida Reforma Eléctrica que era, a todas luces, inconstitucional y de la que conociendo los detalles finales comentaremos.
Qué malo que en lugar de buscar tener más control sobre la industria eléctrica se le dé carta abierta a una CFE, que en el terreno de las componendas y de la corrupción, está a oscuras, en permanente corto circuito.