Se trata de Sebastián Kraljevich, el hombre detrás de la victoria en Chile. En Palacio Nacional hay molestia y Jesús Ramírez mueve a sus bots.
Falta más de un año para conocer al candidato, pero la sucesión ya ingresó en una zona apasionante. Ese momento donde nadie habla públicamente de sus ambiciones, pero ya todas las actividades giran en torno a la pre-campaña. Equipos, eventos, estrategias, fichajes. Todos pensando en 2024.
Los tres candidatos a la sucesión de AMLO empiezan a armar de a poco sus búnker de campaña. Y en el caso del canciller Marcelo Ebrard, un destacado consultor estaría a punto de desembarcar como cerebro electoral. Se trata de Sebastián Kraljevich, el spin doctor detrás de la victoria de Gabriel Boric, el flamante presidente chileno.
Kraljevich es profesor en la Universidad Católica de Chile y consultor en estrategia, investigación de opinión pública y mensaje. También ejerce la docencia en la George Washington University. Lleva siete campañas presidenciales en la región, entre ellas los triunfos de Rafael Correa y Lenín Moreno en Ecuador, y las candidaturas de Verónika Mendoza en Perú y Beatriz Sánchez en Chile.
Pero el salto a la fama lo consiguió con Boric. Y el perfil de Kraljevich encaja perfecto con los deseos de Ebrard, porque el Canciller quiere “caras nuevas y frescas” para la coordinación de su campaña, aunque los teléfonos de sus colaboradores ya suenan sin parar con llamadas de los renombrados consultores mexicanos.
“No quiero a los de siempre”, es la definición rutilante del Canciller que le abre el juego a personajes de otras tierras, como el chileno. Otro dato interesante: Kraljevich es compañero de docencia del ecuatoriano Jaime Durán Barba, amigo de Ebrard. El canciller valora las recomendaciones de Durán Barba, pero su perfil está demasiado cercano al líder de derecha Mauricio Macri, ex presidente de Argentina.
Kraljevich, en cambio, está ligado a las izquierdas de la región, pero al mismo tiempo funge actualmente como embajador de Chile ante la OEA, cuya sede se encuentra en Washington DC, donde el consultor también da clases. Y esa posición podría ser clave más adelante, para la conformación de un nuevo polo de izquierda “moderna”, con una mirada más progresista sobre los temas de las minorías, por ejemplo.
Ebrard -a diferencia de AMLO- es un defensor del matrimonio igualitario, de la despenalización del aborto y del consumo recreativo de marihuana. Comparte esa mirada con Boric, al mismo tiempo que buscaría generar una imagen alternativa de la izquierda latinoamericana, alejada de los debates “rancios” que proponen Cuba, Nicaragua o Venezuela.
Y enterados de este coqueteo con el monje negro de Boric, desde Palacio Nacional -más específicamente desde las oficinas del vocero Jesús Ramírez- se activó una veloz campaña para exponer al mandatario chileno. Se lo acusa de ser un tibio por no defender la postura de AMLO ante la conflictiva Cumbre de las Américas.
López Obrador quiere vaciar la cumbre de Biden porque la Casa Blanca no invita a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Boric, en cambio, ya tiene pre-agendada una cita bilateral con Biden. Incluso ha tenido una posición históricamente muy dura contra el régimen de Maduro, sobre todo alrededor de la violación de derechos humanos.
Maduro también ha sido categórico con Boric, a quien acusó de encabezar “una izquierda derrotada, fracasada, una izquierda cobarde frente al imperialismo, frente a las oligarquías. Asumen la peor cara de contrarrevolucionarios, de antibolivarianos, desde alguna izquierda cobarde que hay por ahí”.