El titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM alerta de que el problema de sequías y calentamiento puede empeorar y recomienda a las autoridades avanzar en la transición energética
Una sequía que ya se extiende por tres años en el norte de México es la última alerta sobre los estragos que el calentamiento global deja en el país. Las imágenes son desalentadoras: terrenos agrietados, cadáveres de ganado que murió de sed, plantaciones arrasadas y unos productores desesperados que perforan más pozos solo para encontrar que no hay más agua. Eduardo Vega López, experto en economía ambiental y ecológica y titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM, alerta de que el país sufre una emergencia climática y que la situación puede empeorar. Vega López recomienda en esta entrevista acelerar la transformación energética del país, con mayor inversión en las energías renovables, para mitigar los estragos del calentamiento. El problema, admite, es que falta voluntad política.
Pregunta. ¿Está México en una emergencia climática?
Respuesta. Sí, absolutamente. El calentamiento global es muy preocupante, pero México está calentándose 2,5 más veces que el planeta. Y esto se concentra en el centro, norte y en el noroeste de México, con mayor duración, intensidad y cobertura de las sequías.
P. ¿La situación puede empeorar?
R. Podría continuar y por eso es tan importante que se haga algo y pronto en términos de recaudación de fondos públicos para financiar infraestructura para conservación de microcuencas, de acuíferos, pero también hay que invertir de manera directa en infraestructura hidráulica, porque vamos a necesitar de cualquier manera tratar agua, canalizarla, bombearla y eso requiere recursos de inversión directa.
P. Usted ha alertado de que México se encuentra ante una creciente presión hídrica. ¿Qué implicaciones tiene esto?
R. Significa que tenemos más agua en concesión para usos agrícolas, pecuarios, mineros, industriales, para generar electricidad, pero también, por supuesto, para abastecimiento de agua en las viviendas, en las ciudades. Toda esa presión está asociada a la demografía, porque la concentración en las regiones metropolitanas de México genera muchísima demanda de agua, mientras que el agua disponible por medios naturales es la misma o tiende a exhibir una declinación.
P. Los productores del norte del país están preocupados por la sequía, que lleva ya tres años. Ha dejado ganado muerto, comunidades sin acceso a agua potable, ha caído la producción agrícola. ¿Es normal que esta sequía dure tanto tiempo?
R. Las sequías pueden durar entre cuatro y siete años. Por supuesto que hay oscilaciones, es decir, que sigue sin llover, pero hay relativa humedad por una precipitación ocasional. El que caiga un poquito de agua un día y en las siete semanas siguientes no llueva, causa que se acumule la sequedad en el subsuelo, en la atmósfera y eso propicia pérdida de cultivos, mortalidad de ganado y por supuesto un nivel bajísimo en las presas que abastecen a las ciudades. En México estamos desde noviembre de 2020 en sequía.
P. ¿Qué hace que esta sequía se prolongue?
R. Son procesos directamente asociados al cambio climático, porque se pierden coberturas vegetales y entonces perdemos evapotranspiración. Al quedar desnudos los suelos, hay menos infiltración y recarga natural de acuíferos. Por lo tanto, tampoco hay suficiente agua en los pozos y en los acuíferos como para bombear, extraerla, ponerla en la superficie y usarla. Tenemos menos agua y muchísima mayor presión, por la demanda, a lo que llamamos presión hídrica. La concesión de agua se sigue otorgando, pero los caudales ya no dan.
P. ¿Qué consecuencias tiene esto?
R. Estamos desecando caudales naturales, explotando de manera excesiva acuíferos y los niveles de las presas bajan de manera estrepitosa. Ese es el problema. Y, por supuesto, esto tendrá un impacto negativo en la economía de México. Cualquier actividad económica, como la minería, agricultura, ganadería, turismo, industria, el comercio, alojamiento de personas en la ciudad, la que sea, necesita agua todas las horas de cada día y hay ciudades, por ejemplo la capital, donde hay alcaldías completas que no tienen servicio de agua entubada más que una vez a la semana y no siempre de buena calidad. ¿Cómo resuelven su escasez exacerbada de agua? Bueno, comprando pipas, pero eso va lesionando la economía familiar de cualquier colonia de ingresos bajos. Es un problema muy serio que genera condiciones no adecuadas para el bienestar social.
P. Hay menos agua disponible por cada habitante.
R. Sí. En lo que va de siglo XXI, el promedio anual de agua renovable [la de lluvia] que cae en México es de 460.000 hectómetros cúbicos [unas 25 veces el caudal del río Amazonas]. Si uno divide esa disposición de agua natural entre la población, hay una gran diferencia, porque la población crece y el agua es la misma.
P. ¿Se hace lo suficiente para aprovechar el agua de lluvia?
R. El agua que hoy en día se precipita va directo a los drenajes, al alcantarillado. No hay instalaciones suficientes que colecten agua de lluvia para aprovecharla.
P. ¿Cómo se debe aprovechar?
R. Necesitamos inversión directa para conectarla, luego depositarla en un contenedor y ese contenedor debiera llevarla a una plata de tratamiento de agua para tratarla y luego meterla al sistema de la red de agua potable.
P. ¿La tendencia en México es a un mayor calentamiento?
R. El calentamiento va a permanecer si retrasamos la transición energética; si no se invierte en México de manera significativa y creciente en energías renovables. Eso quiere decir energías que capturen calor del sol, que se construyan infraestructuras fotovoltaicas o que capten viento. En las ciudades grandes que generan mucha basura, si no tienen una buena política de gestión integral de residuos, es decir, que deje de ser basura mezclada y mal depositada, no se va a aprovechar bien. Si se ordena su depósito, eso va a generar metano por descomposición de los elementos orgánicos y ese metano puede ser gas suficiente para producir electricidad en municipios. O sea, de qué hay soluciones, hay soluciones, lo que no hay es voluntad política.