El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado claro que su influencia no se extinguirá con el término de su mandato el 30 de septiembre. A pesar de su promesa inicial de retirarse a su rancho en Palenque y desconectarse de la vida pública, sus recientes declaraciones sugieren lo contrario. Este martes, AMLO volvió a encender las alarmas al insinuar que permanecerá involucrado en asuntos políticos, particularmente en apoyo a Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia el 1 de octubre.
López Obrador, quien prometió no reelegirse y ser un presidente de seis años, ha mantenido legalmente esa promesa. Sin embargo, sus acciones y palabras recientes han sembrado dudas sobre su verdadero retiro. En su discurso matutino tras la elección presidencial, afirmó que su rancho estará abierto no solo para su familia, sino también para Sheinbaum, a quien llama “mi presidenta”. Aunque aseguró que evitará interferir, añadió que estará dispuesto a disentir si es necesario.
En un giro aún más revelador, AMLO mencionó que dedicará su tiempo a la escritura sobre la cultura prehispánica y la vida en comunión con la naturaleza. Pero, para aquellos familiarizados con su estilo de liderazgo, resulta difícil creer que se apartará completamente de la política. López Obrador ha demostrado ser un líder profundamente involucrado y emotivo, y su capacidad para desligarse abruptamente de la vida política es cuestionable.
La magistrada Paula María García Villegas, del décimoprimer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito en Ciudad de México, expresó su preocupación sobre la reforma constitucional del Poder Judicial impulsada por AMLO. Ella advirtió que la elección popular de jueces, magistrados y ministros podría llevar a una desestabilización del Poder Judicial, calificándola como un potencial “golpe de Estado”.
Además, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM publicó un análisis crítico de las reformas propuestas por López Obrador, lo que provocó una dura respuesta del presidente, quien acusó a la universidad de haberse “derechizado”. En respuesta, la UNAM emitió un comunicado distanciándose del estudio, reflejando la presión política sobre la institución.
A pesar de las promesas de retiro, López Obrador parece preparar el terreno para seguir influyendo en la política nacional, lo que representa un desafío significativo para Sheinbaum. La futura presidenta enfrentará la difícil tarea de gobernar bajo la sombra de su predecesor. La relación de poder entre ellos podría recordar la de Plutarco Elías Calles y Pascual Ortiz Rubio, donde el primero continuó ejerciendo una influencia considerable después de dejar el cargo.
Sheinbaum tendrá que demostrar su capacidad para independizarse de AMLO y liderar con autonomía. Mientras algunos analistas sugieren que podría mantenerse bajo su influencia debido a la conexión emocional y política, otros creen que con el tiempo y la consolidación de su poder, Sheinbaum podría romper ese vínculo y afirmar su propia autoridad.
En última instancia, el legado de López Obrador como “el presidente de las mentiras” y sus continuas intervenciones plantean un escenario complejo para la nueva administración. Sheinbaum deberá manejar esta dinámica con habilidad para establecerse como la líder indiscutible del país y demostrar que puede gobernar sin la constante intervención de su predecesor