El arresto del vicealmirante Farias golpea a la fuerza con la que Washington quiere operar en México. El pedido de Rubio. Golpe en el gabinete.
El arresto del vicealmirante Manuel Farias, sobrino político del extitular de la Marina, Rafael Ojeda Durán, es un golpe contra la fuerza naval ejecutado desde el Gobierno y que, por lo tanto, genera satisfacción en la Secretaría de la Defensa.
La semana pasada LPO había anticipado que el secretario de Estado Marco Rubio, en su visita a la CDMX, había pedido investigar el papel de las fuerzas armadas respecto al crimen organizado.
Cerca del general Ricardo Trevilla avalan una investigación de este tipo en la Marina porque es la fuerza con la que el Pentágono quiere operar en México, en desmedro del Ejército y de la Guardia Nacional. En la Sedena creen que el escándalo de Farias los favorece porque le resta credibilidad a los marinos en Washington, que es donde se dirime buena parte de la estrategia de seguridad que ejecuta Omar García Harfuch.
Trevilla, a pesar de su pasado calderonista, se encuentra en el mejor momento con Palacio Nacional: las empresas militares se encuentran dentro de los planes de Sheinbaum, la Sedena tiene el control total de la Guardia Nacional y, además, recibe cobertura permanente de la presidenta en situaciones hostiles, como el último descarrilamiento del Tren Maya.
La presidenta no quiere confrontación alguna con el Ejército y es entendible: es la fuerza que sale al territorio bajo la nueva estrategia de seguridad que consiste en confrontar a la delincuencia.
En los últimos meses diversos gobernadores se han quejado con la presidenta por el accionar del Ejército en sus estados y la mandataria, según cuentan a LPO quienes observan esos encuentros, ha cerrado filas con los uniformados.
Otro detalle: la Sedena tiene prácticamente la operación administrativa de los estados en situación de guerra interna como Sinaloa y Tabasco.
La caída del vicealmirante tiene otras ramificaciones en el gabinete, especialmente en el caso del secretario de Economía Marcelo Ebrard, que es amigo de Ojeda, así como también de Farias.
En la Cancillería también aparecen diversos cálculos porque Ojeda tenía el interés en ser embajador en Washington en reemplazo de Esteban Moctezuma, una posibilidad que ahora se vuelve muy difícil de materializar.