Después de un largo proceso, la Suprema Corte decide este lunes sobre el caso del procurador contra su familia política por la muerte de su hermano
Después de casi siete años, el caso Gertz llega finalmente a puerto, envuelto en capas de polémica y sospechas de tráfico de influencias, que lo han convertido en uno de los asuntos más comentados de los últimos años en México. Enfrentado a su familia política por la muerte de su hermano, el fiscal general, Alejandro Gertz, afronta debilitado esta última fase del proceso, ya en manos del máximo tribunal del país. Este lunes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) decide sobre el caso.
Enredado en disputas con personajes antaño poderosos, caso de Julio Scherer o Santiago Nieto, el fiscal cuenta apenas con el respaldo del presidente, Andrés Manuel López Obrador. Espiado en su propio teléfono, inquirido, cada vez más cuestionado, un fallo en su contra dejaría al fiscal en una posición complicada, a la vista del tiempo y el esfuerzo que ha dedicado a este y otros asuntos personales. En un lugar extraño quedarían igualmente la fiscalía de Ciudad de México y su aparato judicial, ambos valedores de los postulados del fiscal. EL PAÍS analiza las claves del caso.
La votación
La sesión de la corte de este lunes parece casi una formalidad a estas alturas. La semana pasada, el máximo tribunal publicó los proyectos de sentencia que presenta el ministro Alfredo Gutiérrez, que dan la razón a la familia del fiscal y sacarían de prisión a su sobrina política, Alejandra Cuevas, presa desde octubre de 2020. El fiscal acusa a Cuevas y a su madre, Laura Morán, pareja de Federico Gertz durante décadas, de cuidarlo indebidamente en su vejez, causándole la muerte en 2015.
Parte de los ministros ya se han mostrado a favor de la familia política de Gertz. Atraído por la SCJN en noviembre, los ministros discutieron el caso por primera vez hace unas semanas. Otro ministro presentó entonces un proyecto de sentencia distinto, rechazado por la mayoría, que pidió entrar al fondo del asunto y no quedarse en las formalidades de los recursos que habían llegado al tribunal. Esa petición, secundada por el ministro presidente, Arturo Zaldívar, se entendió como favorable a Cuevas y Morán.
El nuevo proyecto del ministro Gutiérrez apunta así al fondo el asunto, las últimas semanas de agosto de 2015, cuando Federico Gertz enfermó y Cuevas y Morán habrían evitado cuidarlo, según el fiscal. Morán siempre ha negado todo tipo de omisión. La mujer cuenta 96 años. Los fiscales de Ciudad de México que investigaron el caso lo archivaron hasta en dos ocasiones. La agencia investigadora de la capital solo lo reactivó con Alejandro Gertz al frente de la Fiscalía General de la República (FGR), cargo que desempeña desde enero de 2019.
El texto del ministro Gutiérrez critica la última etapa de investigación de la fiscalía de Ciudad de México, pero sobre todo apunta a la jueza que mandó a prisión a Cuevas y ordenó la detención de Morán en octubre de 2020. “La resolución que ordena la aprehensión de Laura Morán no cumple con la exigencia según la cual la intromisión en las libertades de las personas únicamente se justifica en casos de última ratio”, lee el documento.
Más adelante se centra en el fondo, la acusación de asesinato. Y dice: “Este Tribunal Pleno considera que no se puede atribuir a la señora Morán el fallecimiento de Federico Gertz, porque dadas sus propias condiciones, no le era exigible cuidarlo por sí misma. (…) De acuerdo con sus posibilidades, le procuró la atención y cuidados y confiaba en que los cuidadores, enfermeros y médicos neutralizarían el peligro al que se encontraba expuesto”.
De votar a favor del proyecto, Cuevas quedaría en libertad y la orden de detener a Morán desaparecería. Viva en teoría, la investigación de la Fiscalía de Ciudad de México quedaría herida de muerte, solo pendiente del carpetazo, salvo presentación de nuevas pruebas.
Agosto de 2015
Federico Gertz y Laura Morán nunca se casaron. Vivieron juntos durante más de tres décadas y no tuvieron hijos, pero ella tenía tres de un matrimonio anterior. En entrevista con EL PAÍS hace unos meses, Morán aseguraba que nunca había tenido problemas con Federico, menos con su hermano Alejandro, con quien mantenían, decía, un trato cordial aunque distante.
A sus 82 años, Federico Gertz era un hombre dependiente y con un principio de demencia. Había perdido la visión del ojo derecho progresivamente por un herpes y llevaba marcapasos. Dada la situación, un cuidador le ayudaba en la casa desde principios de agosto de 2015. En su declaración ante la fiscalía de la capital, Morán explicó que su pareja aseguraba ver cosas inexistentes cada vez de manera más frecuente.
En la declaración, Morán cuenta que en la mañana del 4 de agosto de 2015, Federico se cayó en casa y se golpeó la cabeza. Ese mismo día, se fue con su hermano Alejandro. Morán dice que Alejandro vio que su hermano estaba en buen estado. Al día siguiente, Morán llevó a Federico Gertz al médico. El doctor le recetó risperidona, un tranquilizante señalado para pacientes con esquizofrenia. El fármaco golpeó al anciano, completamente sedado. Morán dice que el 8 de agosto le llevaron a otro médico, que le recetó otro medicamento, quetiapina, un antipsicótico señalado igualmente para personas con esquizofrenia. Federico Gertz siguió con esa medicación por 10 días.
No fue hasta más tarde cuando otro doctor detectó la demencia del paciente y suspendió los tratamientos anteriores. Para entonces, Federico Gertz vivía ya en la planta baja de la casa, no en su cuarto, y gozaba de atención 24 horas de un servicio de enfermería. En algún momento entre la tercera y la cuarta semana de agosto, enfermó de neumonía. Su estado empeoró. El 24 de agosto, Morán se comunicó con Alejandro Gertz para decirle, según el fiscal, que su hermano estaba “en muy mal estado de salud, en agonía”. Alejandro Gertz acudió a casa de su hermano y mandó a varios médicos. Ahí empezó la ruptura.
Según los médicos que mandó el futuro fiscal, Federico Gertz estaba mal atendido. Tenía llagas en la espalda, estaba deshidratado y se ahogaba en sus propias flemas, producto de la neumonía. Hubo entonces un tira y afloja. Según Gertz, Morán y sus hijas se empeñaban en evitar el sufrimiento al enfermo terminal, arrancándole incluso un catéter que le habían instalado para suministrarle medicamentos. Según Morán, ellas le cuidaron de la mejor manera, ayudadas de los médicos, hasta que Gertz irrumpió en su casa con agentes de la fiscalía de Ciudad de México para llevarse al enfermo al hospital, el 29 de agosto. Federico Gertz murió en el centro médico un mes más tarde, producto de una “congestión visceral generalizada”, provocada por la neumonía y un infarto.
La pregunta ahora y entonces es por qué. Qué motivos tendría la pareja por décadas de un hombre de querer su muerte, ya al final. Gertz nunca ha explicado el motivo, aunque en su primera denuncia pidió que se solicitara a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores que inmovilizara las cuentas bancarias y de valores de Federico hasta que se resolviera la indagatoria.
El proceso y las polémicas
La entrada en escena de la Fiscalía de Ciudad de México cambió todo. Alejandro Gertz denunció a Morán y sus hijas, Alejandra y la hermana de esta, Laura, por intento de homicidio por omisión de cuidados. Logró la intervención de peritos de la agencia investigadora y el traslado de su hermano al hospital. A su muerte, Gertz actualizó la denuncia a homicidio. Los investigadores iniciaron las pesquisas, pero a lo largo de los dos años siguientes la archivaron al menos en dos ocasiones, acciones que Gertz siempre contestó con recursos y amparos.
En julio de 2020, ya con Gertz al frente de la FGR, el caso dio un vuelvo. A diferencia de lo que había hecho en años anteriores, la fiscalía de Ciudad de México llevó las pesquisas ante el juez, pidiendo la detención de Laura Morán y solo una de las dos hijas, Alejandra Cuevas. El 2 octubre, la jueza accedió y ordenó su detención. Por algún motivo, la fiscalía solo detuvo a la hija, el 16 de octubre, dejando a Morán en libertad. El 19 de octubre, la jueza mandó a Cuevas a prisión.
A mediados del año pasado, EL PAÍS informó de que justo por esa época, un extraño proceso de acusaciones cruzadas, negociaciones encubiertas y conversaciones grabadas a escondidas se entrelazaba con la batalla judicial. Según los hijos de Alejandra Cuevas, el fiscal les había pedido por medio de intermediarios un cheque por 3,5 millones de pesos, dinero que Morán había sacado en agosto de 2015 de las cuentas que mantenía con Federico Gertz. La devolución del dinero, además de otros objetos de valor y obras de arte que Gertz entendía que pertenecían al patrimonio de su familia, implicaba, según ellos, que el proceso contra su madre y su abuela concluiría. Y, en último término, que Cuevas, ya en prisión, recuperara la libertad.
Preguntado al respecto, Gertz negó a este diario la existencia de cualquier negociación, aunque evitó negar el cobró de los 3.5 millones de pesos, la recepción de las obras de arte o el empleo de intermediarios para conseguirlos. “Las relaciones que yo tenga por el dinero, que es reparación del daño, son asunto de la señora Laura Morán y míos”, dijo el fiscal.
En octubre del año pasado, este diario entrevistó igualmente a los fiscales que se habían encargado de las pesquisas durante los primeros años de la indagatoria y que por dos ocasiones decidieron archivarlas. Denunciados por Gertz por negación de servicio, criticaban que se sentían perseguidos y que ellos habían hecho el trabajo sin presión alguna. Igual que en el caso de la muerte de Federico Gertz, la investigación aquí apenas se movió hasta la llegada de Gertz a la FGR, cuando la fiscalía de Ciudad de México pidió la detención del fiscal encargado, su jefe y su secretaria. “Perdimos nuestro trabajo y nos tuvimos que ocultar”, dijo Jorge Vélez, el fiscal encargado del caso.
En el caso principal, tanto Cuevas como Morán recurrieron las órdenes de la jueza de detenerlas y, en el caso de la primera, de encerrarla en la cárcel. En febrero de 2021, un tribunal local lo confirmó. Las mujeres acudieron entonces a la justicia federal, que le dio la razón en septiembre. Gertz y la fiscalía de Ciudad de México recurrieron y un tribunal superior debía encargarse de dirimir el caso, cuando, en noviembre, cuando ya se había convertido en un asunto habitual en los medios de comunicación, al SCJN atrajo el asunto.
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).