La obsesión de Morena: ¿Ganar a cualquier precio?

Imagen de Moviendo Ideas.

Por: Jacobi Angélica Barraza Morales

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En medio de la carrera por mantener el poder y ganar el control de las Cámaras, Morena se encuentra inmerso en negociaciones controvertidas para el reparto de candidaturas, revelando una obsesión presidencial por retener la silla de Palacio Nacional.

El partido fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador se ve ahora envuelto en lo que podría ser el inicio de su caída: el polémico reparto de candidaturas a diputaciones locales, federales y al Senado.

La novedad radica en las negociaciones inconfesables que se están llevando a cabo en Morena, donde la prioridad absoluta es ganar a cualquier precio. Mario Delgado, presidente nacional de Morena, ha abierto la puerta a políticos populares no morenistas, principalmente priistas y emecistas, para que abandonen sus partidos de origen y se unan a las filas de Morena.

Esta estrategia de “chapulineo” ha generado gran irritación entre los morenistas fundacionales en al menos media docena de estados, donde estas alianzas entre partidos tan dispares como Movimiento Ciudadano y Morena están causando revuelo.

En Nuevo León, por ejemplo, se ha sellado una alianza entre Movimiento Ciudadano y Morena. El acuerdo implica que candidatos cercanos al gobernador Samuel García, como su esposa, puedan competir por el Congreso local bajo el estandarte de Morena, mientras que Movimiento Ciudadano apoya a candidatos morenistas para diputaciones federales y el Senado, fortaleciendo así a Morena en la próxima legislatura. En resumen: Congreso Local naranja, Congreso federal guinda.

Este efecto se está replicando en varios estados donde Morena necesita levantar votos para obtener curules, como se ha visto en Puebla, donde la mayoría de las candidaturas de Morena fueron asignadas a priistas, dejando de lado a los morenistas locales.

Se vislumbra un proceso camaleónico en estados como Yucatán, Guanajuato, Chihuahua, Coahuila y Durango, entre otros. La estrategia parece ser clara: obtener el voto a cualquier costo, incluso si proviene de emecistas o priistas desencantados, con el objetivo de acercarse al control de las Cámaras de Diputados y Senadores a partir de septiembre.

Sin embargo, lo que Mario Delgado parece no haber tomado en cuenta es el voto de castigo que se está gestando entre los propios morenistas fundacionales, quienes, en protesta por el desdén de su partido, están considerando otras opciones para agradecer mejor la operación territorial el día de las elecciones.

Vía Código Magenta

 

Vía Código Magenta