Ayer, la presidenta electa Claudia Sheinbaum y el actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador, sostuvieron su primera reunión para la transición de poder que tendrá lugar en septiembre de este año. En una reunión a puerta cerrada, se discutieron los términos para la continuidad de los proyectos y el futuro de las polémicas 20 reformas constitucionales que presentó el presidente el pasado 5 de febrero.
La escena fue poderosa: entre porras, vítores y un mar de cámaras, los ojos de México y el mundo vieron a la futura presidenta y a AMLO recibirla en las puertas de Palacio Nacional. La imagen fue “conmovedora”: un abrazo, un beso y el rostro de “papá orgulloso”. Luego, ambos dieron la espalda a los ojos expectantes y entraron a Palacio, con López Obrador aún con su mano sobre el hombro de Sheinbaum. Este gesto, que vale más que mil palabras, comunica más de lo que piensan los románticos: no es solo apoyo, es poder.
La agenda mediática con la que se cerró la semana pasada estuvo dominada por la declaración de Nacho Mier, quien dijo abiertamente que Morena y sus aliados tienen el control para aprobar lo que deseen, incluyendo las reformas estructurales de AMLO. Esta declaración causó una alteración en los mercados internacionales, llevando a que Mier fuera culpado por perjudicar el peso mexicano con sus “super lengua”.
En respuesta, Claudia Sheinbaum aclaró que la reforma al Poder Judicial que Mier mencionó no sería aprobada de inmediato, sino que llevaría un proceso de análisis y consulta. Esta declaración buscaba matizar el asunto y estabilizar la moneda mexicana. Sin embargo, más tarde, el propio presidente reafirmó que “sí habrá reformas”, dejando claro que son sus reformas.
Este episodio mostró el primer intento de Sheinbaum por desmarcarse, aunque sea ligeramente, de López Obrador. Quiere encontrar una oportunidad de verdadera autonomía, aunque no será de tajo ni de inmediato. En este contexto, el gesto de AMLO al entrar a Palacio Nacional para su primera reunión con Sheinbaum dice mucho: indica que AMLO pondrá resistencia y muestra al mundo quién “sigue y seguirá al mando”.
Tras esta reunión, el peso mexicano registró una caída del 0.65 por ciento respecto del cierre de los mercados el lunes. La moneda mexicana abrió la jornada de este martes en 18.36 unidades por dólar. ¿Será un efecto retardado de la declaración de Mier, o un pequeño “hipo” por aquel afectuoso abrazo?
