Más allá de la reciente barbarie en su estadio, el Club Querétaro arrastra una larga historia plagada de escándalos y polémica derivados del manejo de sus dueños. O de sus presuntos dueños
POR BERNHARD BUNTRU / Código Magenta
Lavado de dinero, desvíos multimillonarios y la influencia del narco. Esta es la oscura historia del Club Querétaro.
En el ojo del huracán tras los hechos violentos en el Estadio Corregidora el pasado fin de semana, el club de futbol de primera división en México enfrenta una serie de castigos, aunque no su desaparición.
Lo que no mencionó Mikel Arriola, mandamás del fútbol mexicano, fue la necesidad de revisar la relación que tiene el club con sus respectivos dueños y financiadores.
Y es que, más allá de la reciente barbarie, EL Club Querétaro arrastra una larga historia plagada de escándalos y polémica derivados del manejo de sus dueños. O de sus presuntos dueños.
La historia comienza en el año 2002, justo cuando el Partido Acción Nacional consolidaba su poder como el nuevo partido oficial.
En ese año, los empresarios queretanos Jorge y Alejandro Vázquez Mellado, junto con la polémica firma financiera Caja Libertad, le compraron el club al empresario Tirso Martínez Sánchez.
Más adelante, testimonios del caso Juan Collado y la Caja Libertad apuntaron a que la supuesta adquisición del club se trató de una transacción simulada para esconder al o los propietarios reales del equipo.
Un par de años después, en 2004, la entonces PGR reveló que su presunto ex propietario, Tirso Martínez, mejor conocido como El futbolista, estaba ligado al narcotráfico.
Según refiere la procuraduría, Martínez habría utilizado sus ingresos ilícitos para hacerse de equipos de fútbol como el Querétaro, el Irapuato y los Venados de Mérida, este último en el lejano estado de Yucatán.
No sería hasta 2014 que Martínez fue extraditado a Estados Unidos, donde se declaró culpable de narcotráfico y donde incluso llegó a testificar en contra de Joaquín “El Chapo” Guzmán durante el juicio del capo sinaloense.
Pero fue en 2004, tras la pesquisa de la PGR, que la Federación Mexicana de Futbol le compró el equipo a los hermanos Vázquez Mellado. ¿O, se podría inferir, que a Tirso Martínez?
El caso es que la Federación Mexicana de Fútbol requería la desaparición de dos equipos de primera división, para -por alguna razón- reducir el certamen de 20 a 18 equipos.
Los sacrificados fueron el Querétaro y el Irapuato, ambos ligados a Tirso Martínez y a su dinero del narco.
En 2006, con el Querétaro en segunda división y a punto de desaparecer, el empresario Juan Antonio Hernández, de Grupo Autofin, trasladó a los Leones de Morelos (anteriormente Zacatepec) para jugar como Querétaro en la liga de Ascenso.
Pero, misteriosamente, en el mismo año 2006, Hernández le vendió el equipo al empresario leónes Axel Bulle. O se supone que eso pasó.
Y es bajo la supuesta propiedad de Axel Bulle, que el gobierno del gobernador panista Francisco Garrido Patrón integró el Patronato Queretano para el Fomento Deportivo AC, en el cual un grupo de empresarios locales asumieron la administración del equipo. Varios de ellos eran personajes ligados a, sí, Caja Libertad.
En 2007, el desempeño del equipo en la liga de Ascenso se tradujo en su anhelado regreso a Primera División. Solo que, como garantía de solvencia, la Federacion Mexicana de Fútbol le exigió 5 millones de dólares al club para que le fuera permitido participar.
Declaraciones de Axel Bulle, presunto propietario del equipo en ese momento, apuntaban a que los “antiguos dueños” del club seguían en control. O por lo menos, seguían teniendo influencia.
Y, para abonar a la sospecha, a la reunión de Consejo de Dueños que se realizó con ese motivo, el que acudió no fue Bulle, sino José Luis Alvarado Tapia, empresario del transporte y presidente del Patronato.
En lo deportivo, los años siguientes fueron una montaña rusa para el Club Querétaro.
Fue hasta 2013, que José Antonio Rico Rico, tesorero del Patronato e integrante de Caja Libertad, vendió el equipo al dueño de Oceanografía y polémico contratista de Pemex, Amado Yñanez Osuna. Pero el control de Yáñez sobre el club albiazul tampoco duró mucho.
Tras estallar el escándalo de corrupción en el que se vio involucrado el empresario petrolero, el gobierno federal le retiró el título de propiedad sobre el club deportivo y ordenó su venta.
La conductora de televisión Inés Sáinz, levantó la mano, apoyada por su socio comercial, Olegario Vázquez Aldir, dueño del Grupo Empresarial Ángeles, al cual pertenece Grupo Imagen.
Pero la queretana se quedó con la ganas, pues su socio se le adelantó y adquirió el equipo, de manera individual. Así, Grupo Imagen se instalaba como el nuevo dueño de los Gallos Blancos. Y vaya dueño.
Pero, como bien lo mencionamos, es precisamente en 2014 que los testimonios de Tirso Martínez en la Corte Este de Nueva York, salieron a la luz y revelaron la enorme lista de irregularidades en torno al Club Querétaro.
Grupo Imagen decidió entonces vender el equipo al gigante de las apuestas Grupo Caliente, del poderoso político-empresario de extracción priista, Jorge Hank Rhon. La Femexfut avaló la transacción.
Tras el cambio de propiedad, el club indicó en un comunicado oficial que “el titular del certificado del Club Querétaro era un grupo de inversionistas integrado por:
Emilio Escalante, Jorge Santillana, Gabriel Solares, Alfonso Solloa, Javier Solloa, Greg Taylor, y Manuel Velarde”.
Todo esto nos lleva a lo sucedido el pasado 5 de marzo en el Estadio Corregidora.
Noticias de la barbarie que se vivió en el recinto deportivo dieron la vuelta al mundo y cayeron como plomo sobre el Club Querétaro, sobre el gobierno del Estado, así como sobre la Femexfut, que se vio obligada a interceder -una vez más- en la administración del equipo.
Como medida de castigo, la federación mexicana de fútbol obligó al Grupo Caliente asumir nuevamente la propiedad del equipo y venderlo en menos de un año.
Curiosamente, en el anuncio oficial del Club, solo se mencionan como propietarios o directivos sancionados a Gabriel Solares, Adolfo Ríos, Manuel Velarde y Greg Taylor.
No se hace referencia alguna a los otros supuestos accionistas: el yucateco Emilio Escalante y el ex jugador Jorge Santillana.
Y así, en ese contexto de lavado de dinero, fraudes, desvíos multimillonarios e influencia del narco, es que el Club Querétaro se perfila a cambiar de dueños, otra vez. Solo que, con ese historial, ¿quién se atreverá a ser el nuevo comprador?
Sea lo que sea y sea como sea, el Club Querétaro parece entregar excelentes utilidades. Eso sí, aunque nunca se sepa realmente dónde termina el dinero… ni en manos de quién.
Para los directivos del futbol mexicano, la pregunta es obvia: ¿hasta cuándo se va a seguir permitiendo que los clubes sean presuntos vehículos de lavado de dinero para intereses políticos e incluso criminales?