A LA GUERRA SIN FUSIL: MÉDICOS Y ENFERMERAS COMPRAN HASTA SUS CUBREBOCAS
Por: Admin
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EMEEQUIS.– Médicos y enfermeras de hospitales del IMSS eISSSTErevelan que tienen que comprar de su bolsillo cubrebocas, goggles, caretas, trajes especiales desechables y trajes quirúrgicos reutilizables para enfrentar al coronavirus. Ellas y ellos están pagando entre 500 y 4,500 pesos al mes para adquirir este equipo.
“Todos estamos preocupados y tenemos temor”, dice una enfermera del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), quien ha atendido a personas que podrían dar positivo para coronavirus sin material especializado para protegerse.
Lo mismo pasa en el Hospital General de Zona Número 29, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en San Juan de Aragón, en el que sus urgenciólogos llevan cubrebocas que han tenido que pagar de su bolsa.
“Traemos cubrebocas porque estamos llevando nuestro cubrebocas. Hay quienes llevan (mascarillas)N-95que ellos compran”, dice el urgenciólogo Alfonso Estrada.
CON EL MATERIAL CONTADO
La enfermera del ISSSTE, quien decidió no revelar su nombre, tiene el material contado. En días recientes le tocó dar atención a una persona que está esperando a que le hagan la prueba para ver si tiene coronavirus. La atendió sin una mascarilla especial.
Para hacer su trabajo le dieron un kit para atención a pacientes sospechosos de coronavirus. El material de este kit es diferente del que le dan al personal médico que está en contacto directo con casos confirmados.
No incluye, por ejemplo, goggles, que impiden que secreciones salivales u otros aerosoles estén en posible contacto con sus ojos. En su lugar tiene unos lentes. Tampoco incluye la N-95, la famosa mascarilla que está restringida sólo a aquellos que tratan a un paciente que ya fue diagnosticado como positivo y que está grave.
Apenas la semana pasada esta enfermera trabajó con cinco cubrebocas “sencillos” para un turno de al menos 12 horas. Y aunque estas mascarillas tienen una duración aproximada de media hora, ella tiene que usarlas por más tiempo, porque no hay más material.
“Se supone que nada más tienen media hora de uso. En realidad las tenemos que usar más tiempo porque los insumos si están ahorita escasos. Dejan 50 cubrebocas para un turno de 12 horas. Somos 5 personas y sí los tenemos que cuidar”, cuenta en entrevista telefónica.
Ante la falta de este y otro material lo que siente es miedo. Miedo a un posible contagio. Por eso ella y sus compañeros de turno se están organizando para comprar de su bolsillo insumos para enfrentar al coronavirus, que suma 2,439 casos confirmados en México y que ha cobrado la vida de 125 personas, hasta el corte del lunes 7 de abril.
“Encargamos caretas y overoles”, dice. Ambos cuestan en conjunto un aproximado de 600 pesos. Estrada, el infectólogo del IMSS, señala que sus compañeros también están comprando goggles con su dinero, porque sólo les han dado lentes. Para ello se van a gastar entre 50 y 400 pesos por cada pieza, dependiendo de la calidad del material.
Los tres hospitales están en la capital, en donde hasta el día de ayer se registraron 609 casos. La Ciudad de México es la entidad con más contagios en todo el país.
LA PRIMERA LÍNEA, DESPROTEGIDA
“Nosotros somos la primer línea y estamos en la guerra sin fusil”, dice un enfermero que trabaja en el área de urgencias del Hospital General Gregorio Salas Flores.
En ese hospital sólo la semana pasada ingresaron ocho posibles casos de coronavirus, que todavía están por confirmarse, reporta. Y el personal los ha atendido sin la protección necesaria.
“Muchos de nuestros compañeros hemos tenido que comprar hasta un cubrebocas, porque en esta semana escasearon y nosotros somos la primer línea de atención. Los cubrebocas son muy indispensables. Hubo un momento en que ya no hubo y estuvimos atendiendo con cubrebocas azules, de los más simples”, revela este enfermero a EMEEQUIS, quien decidió contar su testimonio de manera anónima.
Y aunque este hospital está en la lista de las unidades médicas designadas para atender caso de COVID-19, el personal médico señala que no hay insumos suficientes para protegerse.
Es por ello que han decidido armarse de un equipo que tiene un costo aproximado de entre 3 mil y 4 mil 500 pesos para hacer frente al coronavirus, compuesto de caretas, cubrebocas, goggles, trajes especiales desechables y trajes quirúrgicos reutilizables.
¿QUIÉNES DEBEN USAR MATERIAL ESPECIALIZADO?
Quién tiene o no que usar cubrebocas es algo que no se termina de entender del todo en la comunidad médica mexicana. Ni siquiera el personal del 20 de noviembre, uno de los hospitales designados para detectar este virus, lo sabe.
El ISSSTE difundió una infografía que señala que las actividades que no generan aerosoles, es decir secreciones, deben de hacerse con un cubrebocas de triple pliegue, pero la Secretaría de Salud federal dice otra cosa.
En el IMSS el personal médico tiene la indicación de que sólo quienes tomen muestras y estén en contacto con pacientes graves pueden usar un cubrebocas especializado, tipo N-95. Los demás no.
En el Hospital General Gregorio Salas Flores se reporta que los cubrebocas simples han escaseado y que las mascarillas especiales no las están suministrando.
Por su parte, los lineamientos de la Secretaría de Salud y el mismo subsecretario Hugo López-Gatell han sido claros al indicar que sólo el personal que está en contacto directo con pacientes graves, que tiene que intubar o sacar muestras para las pruebas de coronavirus, puede utilizar un kit especializado.
Este kit incluye la mascarilla N-95, botas desechables o cubrebotas, lentes con protección lateral (goggles), bata desechable de manga larga, doble par de guantes de nitrilo, cinta microporosa, según señalan los lineamientos de la Secretaría de Salud.
Sin embargo, esto parece no quedar del todo entendido, pues cada institución tiene un manejo distinto del material que debe de usar su personal.
PRUEBAS ESCASAS Y TARDÍAS
Aunque los pacientes sean sospechosos de COVID-19, en el Hospital 20 de Noviembre las pruebas se hacen hasta que los síntomas aparecen. No antes.
“Si son pacientes sospechosos de COVID-19, se mantienen en vigilancia hasta observar signos y síntomas específicos, porque no hay recursos para tantas pruebas”, revela una enfermera que labora allí.
Las pruebas de PCR, en el Hospital Gregorio Salas, tampoco “están a manos llenas”.
“Llegó un probable COVID y no le hicimos la prueba, no tenemos reactivos (para PCR). Hay que cuidarlos, el gobierno no nos está proveyendo de reactivos, entonces podemos diagnosticarlos como neumonía atípica o como probable COVID-19”, alerta.
Saber si una persona es positiva o no, puede tardar hasta cinco días en ese hospital, señala el enfermero. Esto porque el procedimiento comienza desde que llega un paciente con síntomas compatibles y se debe de notificar a la jurisdicción sanitaria.
“En lo que notificamos y todo es un día. Al otro día llegan, ya son dos días. La prueba tarda 72 horas, (3 días). Ya tenemos que es una semana con el paciente al cual nosotros estamos atendiendo lo mejor que podemos pero sin los insumos correspondientes para nuestra seguridad”, alerta.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), insiste constantemente sobre la realización de pruebas para frenar la pandemia de coronavirus, que ya azota a 209 países en todo el mundo, con 1 millón 345 mil casos confirmados hasta el lunes.
PROTOCOLOS DE SEGURIDAD A LAS PRISAS
Tanto en el Hospital 20 de noviembre del ISSSTE, como en el Hospital General Gregorio Salas de la capital, los protocolos para atender los casos de coronavirus se han hecho a contrarreloj.
Enfermeras y enfermeros de ambas instituciones señalan que no hubo una asesoría oportuna para implementar protocolos de atención para casos de coronavirus.
“Cada servicio implementa estrategias de acuerdo a la información que nos va llegando. Nosotros hemos estado siguiendo los videos del INER”, dice la enfermera del 20 de Noviembre.
“Se implementó una línea de seguridad roja”, cuenta el enfermero del Hospital General Gregorio Salas y pormenoriza que esto consiste en la división de las áreas de atención para separar el área infectada de la que no está.
“Esa línea roja es el área contaminada y se cruza sólo con un paso”, confiesa y dice que las medidas para separar ambas zonas es insuficiente.
A la zona de seguridad, en donde los enfermeros y médicos se cambian para atender a posibles contagiados, se entra por una puerta.
“Abrimos una puerta, nos cambiamos en medio metro, con una bata desechable colgada que ya la utilizamos, nos la volvemos a poner, abrimos otra puerta y nos encontramos inmediatamente con el cubículo aislado.
“Maniobramos el aislado o lo que tengamos que hacer, salimos, colgamos la misma bata que ya habíamos usado, y el cubrebocas lo debemos de desechar, pero lo desechamos en el área que debe de estar limpia. No tenemos un área donde desechar el cubrebocas o la bata, porque ya están contaminados. Abrimos la otra puerta y nos encontramos con el otro pasillo, donde ya están pacientes y donde ya están los compañeros”, advierte el enfermero, quien teme por la salud de su familia y gente cercana.
“Estamos con miedo. Tenemos más miedo que la sociedad civil porque nosotros estamos viendo casos diario. (…) Que el gobierno empiece a hacer algo porque todos estamos expuestos: nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos. Estamos expuestos todos”, dice.
El domingo pasado, Hugo López-Gatell anunció en una rueda de prensa que esta semana llegará a México un cargamento con insumos para protección médica, frente a la escasez que se ha registrado en varios estados.
En semanas recientes se han registrado protestas por falta de insumos en varios estados del país, como Coahuila, Guanajuato y Yucatán. Allí el personal médico señala la falta de insumos y de protocolos para trabajar en medio de esta pandemia de forma segura.