El general Agustín Radilla forma parte de esa élite del Ejército mexicano que sabe ganar perdiendo: pasó de comandante en una “plaza” de los Beltrán Leyva a poderoso oficial mayor de la Defensa Nacional.
Por Óscar Balderas
EMEEQUIS.– Un general que catapultó su carrera después de trabajar en una zona considerada bastión del clan Beltrán Leyva, y quien es considerado parte del círculo cercano del exsecretario de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos –ligado a dicho grupo criminal por autoridades de Estados Unidos–, es hoy uno de los militares consentidos de la Cuarta Transformación.
Se trata del general Agustín Radilla, quien ocupa uno de los cargos más poderosos en el país: es el actual oficial mayor del Ejército mexicano, es decir, se encarga del presupuesto de la Sedena, sus contratos, licitaciones y es el guardián del dinero en proyectos clave como la construcción del nuevo aeropuerto “Felipe Ángeles” y la refinería en Dos Bocas, Tabasco.
Su estancia en ese influyente cargo había transcurrido en calma… hasta la noche del 15 de octubre, cuando el general Salvador Cienfuegos fue detenido con su familia en el Aeropuerto de Los Ángeles, California, por supuestamente recibir millonarios sobornos a cambio de proteger durante 14 meses a un terrateniente del clan Beltrán Leyva, Juan Francisco Patrón Sánchez, alias “El H2”.
Desde entonces, al oficial mayor se le ubica como uno de los elementos más cercanos al general detenido en Estados Unidos, tras el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre una investigación al interior del Ejército mexicano y la eventual destitución del círculo cercano del extitular de la Sedena.
“Todos los que resulten involucrados en este asunto del general Cienfuegos, que estén actuando en este gobierno en la Sedena, van a ser suspendidos, retirados y si es el caso, puestos a disposición de las autoridades competentes”, dijo el presidente en su conferencia matutina al día siguiente que se conociera el arresto del general Salvador Cienfuegos, el primer titular de la Sedena en la historia de México en ser imputado con delitos relacionados con el narcotráfico.
EL GENERAL QUE “CAYÓ” EN UNA CIUDAD CLAVE
La relación entre ambos generales se remonta desde hace, al menos, una década, pero se intensificó en enero de 2017, cuando por órdenes del entonces secretario Salvador Cienfuegos, el general Agustín Radilla fue designado comandante de la Séptima Zona Militar, con base en Nuevo León.
En aquel mes, según las investigaciones que se siguen en la Corte del Distrito del Este en Nueva York, el general Salvador Cienfuegos ya era parte del denominado “Cártel H2” y entre sus tareas estaba presentar al clan de los Beltrán Leyva con servidores públicos que les garantizaran el no ejercicio de acciones militares en su contra y sí la persecución de sus rivales.
Nuevo León era una de las plazas fuertes de los Beltrán Leyva en aquellos años. Tener un mando militar afín era vital para ese grupo criminal que había roto con el Cártel de Sinaloa y que buscaba arrebatarles viejos bastiones –como Nayarit– y consolidarse en nuevos territorios –como Nuevo León–, donde también peleaban contra Los Zetas.
La agencia antidrogas del gobierno estadounidense, la DEA, había publicado dos años antes un mapa de las organizaciones criminales y cómo estaban repartidas en el territorio mexicano: ahí, en color turquesa, estaba ubicado que los Beltrán Leyva tenían poder en la zona centro de Nuevo León, a unos pocos kilómetros de la Séptima Zona Militar, las que fueran oficinas del general Agustín Radilla.
Es tal el poder que aún mantiene el clan Beltrán Leyva en Nuevo León que el 13 de octubre pasado –dos días antes de la detención del general Salvador Cienfuegos– el FBI incluyó en su lista de los fugitivos más buscados a José Rodolfo Villarreal Hernández, “El Gato”, viejo amigo del “H2” y lugarteniente de los Beltrán Leyva en el municipio nuevoleonés de San Pedro Garza García.
UN GENERAL CUESTIONADO
Un mes después del nombramiento del general Agustín Radilla como nuevo comandante de zona, Juan Francisco Patrón Sánchez, alias “El H2”, fue abatido en Tepic, Nayarit. El operativo aéreo que acabó con la vida del capo fue liderado por la Secretaría de Marina, y no por la Secretaría de la Defensa Nacional, quien debía protegerlo, según las hipótesis de las autoridades estadounidenses.
Luego de su paso por Nuevo León, el general Agustín Radilla recaló brevemente en la Dirección de Fábricas de Vestuarios y Equipo de la Sedena, donde fue parte del equipo que otorgó a un grupo de cinco empresas contratos por, al menos, 467 millones de pesos para la adquisición de uniformes para la tropa.
Sin embargo, las cinco empresas resultaron tener como dueña a una misma familia, los Romero Rodríguez, quienes simularon operaciones financieras para evadir el pago de impuestos, de acuerdo con una investigación de la revista Proceso publicada en septiembre pasado.
Hasta el momento, la Secretaría de la Defensa Nacional ha insistido en que ninguno de sus militares del más alto rango están bajo investigación.
LOS “AHIJADOS” SIGUEN EL CASO CON ATENCIÓN
A pesar de ello, el general Agustín Radilla cayó hacia arriba y en marzo de este año fue nombrado titular de la Oficialía Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, gracias al visto bueno del actual titular de la dependencia, Luis Cresencio Sandoval, y a su cercanía con el general Salvador Cienfuegos, a quien el gobierno de Estados Unidos ubica con el alias criminal de “El Padrino”.
No es el único mando que trabajaba codo a codo con el general Salvador Cienfuegos y que logró hacer una exitosa transición hacia el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Entre los más ubicables por la tropa están el excomandante de la Tercera Región Militar y hoy subsecretario de la Sedena, André Foullon; el excomandante de la Décima Región Militar y hoy jefe del Estado Mayor de la dependencia, Homero Mendoza.
También el excomandante de la Segunda Región Militar y hoy poderoso contralor de la Secretaría, Gabriel García Rincón, así como el general Alejandro Saavedra Hernández –quien estaba al frente de la 35 Zona Militar en Chilpancingo, Guerrero, entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron los 43 estudiantes de Ayotzinapa– y actualmente es el director del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas.
Todos ellos esperan con nerviosismo el desenlace del caso del general Salvador Cienfuegos, quien este martes 20 de octubre intentará convencer a las autoridades estadounidenses que le permitan continuar el juicio en libertad mediante el pago de una fianza.
Sin embargo, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ya anunció que será inflexible a la hora de solicitar la prisión preventiva para el extitular de la Sedena, hasta que se termine su juicio en la ciudad de Brooklyn, Nueva York, por temor a que su riqueza personal le permita huir de Estados Unidos y ser protegido por la plana mayor del Ejército mexicano, que le adeuda sus influyentes posiciones en el actual gobierno.
Por los cuatro cargos relacionados con el transporte y distribución de drogas hacia Estados Unidos, y lavado de dinero, el general Salvador Cienfuegos, de 72 años, podría enfrentar hasta una sentencia de cadena perpetua en la misma ciudad donde Joaquín, “El Chapo” Guzmán, el hombre al que capturó en 2016 y enemigo de sus presuntos protegidos, pasa sus días en prisión vitalicia.
@oscarbalmen