El magnicidio de su amigo Colosio, primero, y su pleito con Marta Sahagún, después, le impidieron cumplir su sueño de ir por la gubernatura de Sonora. Advierten que la luz de los templetes suele descolocar al hombre de oficina.
EMEEQUIS.– Un run run recorría las conversaciones de desayuno en tiempos de campaña: Alfonso Durazo va que vuela para convertirse en uno de los hombres fuertes de Andrés Manuel López Obrador. La gente de su círculo cercano se atrevía a decir que el sonorense por fin vería coronado el sueño de convertirse en candidato a la gubernatura de su estado natal. “La tercera es la vencida”, decían.
Durazo había ya trazado esa posibilidad cuando Luis Donaldo Colosio, su amigo, se convirtió en candidato presidencial. El magnicidio de marzo de 1994 cortó aquella esperanza. Muchos años después, ya en el nuevo siglo, el presidente Vicente Fox lo mantuvo en tareas de oficina y no lo dejó perseguir la silla grande de Hermosillo. Su pleito con Marta Sahagún sería clave para romper con el foxismo.
Pero aquel día, rodeado de banderines de AMLO y en pleno frenesí de una campaña que pintaba como ganadora, el oriundo de Bavispe no podía dejar pasar la oportunidad para referirse a su amigo, al candidato presidencial del PRI, también sonorense, asesinado en un mitin de campaña en Lomas Taurinas, Tijuana, hace 26 años.
Era el jueves 19 de abril de 2018. Era el día diecinueve de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador. “La tercera es la vencida”, reiteraba el tabasqueño en cada mitin proselitista, como en el de esa jornada, en Navojoa, Sonora.
UN HOMICIDIO Y MARTA SAHAGÚN LO ALEJARON DE SU SUEÑO
Dos años y medio después, Durazo Montaño también puede decir que, en su sueño de llegar a la gubernatura de Sonora, ahora como candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), “la tercera es la vencida”.
Pero nada está escrito aún en esta ilusión del sonorense que trabajó como secretario particular del malogrado candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, y del expresidente panista Vicente Fox Quesada.
Y es que ambas historias terminaron mal para el sonorense.
La vida da vueltas, pero las de la política son radicales. En aquel mitin de campaña de AMLO, con voz firme, y ahora él en el acto proselitista, no su amigo, Luis Donaldo, el exsecretario particular del llamado “presidente de la alternancia” soltó:
“Si el PRI tuviera un Colosio. Si el PAN tuviera un Maquío (Manuel J. Clouthier). Si el PRD tuviera un Heberto Castillo, otra cosa sería. Nosotros tenemos a Andrés Manuel López Obrador y por eso vamos a ganar”.
En aquella ocasión Durazo Montaño tenía la certeza de que si el tabasqueño ganaba “la grande” se convertirá en uno de los hombres más poderosos del gabinete, al ocupar la cartera de la Secretaría de Seguridad Pública o, de lo contrario, ocupar un escaño por el estado de Sonora.
En ambos escenarios, el sonorense estaba en la ruta para cumplir ese sueño que vio truncado en dos ocasiones; primero, el 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana; y después, el 6 de julio de 2004, con aquella durísima carta denunciando las aspiraciones presidenciales de Marta Sahagún de Fox, a través de su polémica fundación Vamos México.
Muchos aún recuerdan que fue precisamente Marta quien lo alejó de Vicente, y con ello se esfumó el anhelo de ir por Sonora.
EL TEMPLETE, SU TALÓN DE AQUILES
Pero también en aquel mitin de campaña en tierras yaquis, Durazo Montaño demostró que estaba muy lejos de dominar los terrenos del templete, el micrófono y las arengas de campaña. Se le veía frágil hablando ante las masas, una debilidad que ya tienen bien detectada sus adversarios en Sonora.
El excolosista y exfoxista levantó algunos entusiasmos porque hizo una calca del discurso de López Obrador, sobre todo en el que se refería al combate a la corrupción. Y sí, en ese momento se soltaba en las arengas porque, en términos de un concierto de rock, representaba algo así como el grupo “telonero”, el que preparaba el terreno para el platillo fuerte de los mítines de campaña en Sonora: el discurso de AMLO.
“Vamos a depurar al gobierno de corruptos que, cuando se van, no dejan ni los ceniceros”, lanzó en aquel momento el sonorense, el alfil de López Obrador de cara a la llamada “madre de todas las batallas”, a realizarse ese 1 de julio de 2018.
Pero hoy, a los 66 años, va solo, sin el peso de López Obrador y sin el cobijo, como en aquel mitin, de Tatiana Clouthier, Marcelo Ebrard, Alfonso Romo y Lilly Téllez, quien fuera su compañera de fórmula para el Senado por Morena, y que hoy es una de las más férreas críticas de la cuatroté y posiblemente candidata del PAN al gobierno de esa entidad.
Dos años y medio después de aquel evento de campaña en Navojoa, el run run es que el Talón de Aquiles de Alfonso Durazo es la luminosidad de los templetes, donde no se siente tan cómodo como en las oficinas, donde suele despachar a media luz.
@emeequis