El reacomodo de los grupos criminales abre un período de violencia sin freno en el Estado. La alarma se extiende del centro de la región a las rutas hacia la montaña y la costa
Eran seis cabezas colocadas en línea sobre el techo de un coche. Las localizó la policía estatal este jueves a las 06.45 en Chilapa, Guerrero. A su lado, varias bolsas negras con restos humanos y una lona en la que se advierte de que no se permite la venta de droga, tampoco los secuestros. La macabra escena se encontraba en el bulevar Eucaria Apreza, la avenida principal de Chilapa, sin escondites ni adornos. Hace menos de una semana que se encontraron otros tres decapitados en Iguala, y a principios de mes, dos cabezas más encima de un taxi en Acapulco. El Estado se enfrenta a un período de violencia sin freno propiciada por el reacomodo de los grupos criminales en la región. La alarma se intensifica en la zona centro, con su capital, Chilpancingo, y en la ruta a la montaña, con Chilapa, Atlixtac y las zonas serranas que van camino a la costa.
La Fiscalía General del Estado de Guerrero ha abierto hoy una investigación por homicidio múltiple calificado. Los agentes encontraron los cuerpos mutilados en un vehículo tipo Pointer de color gris. En el interior estaban las bolsas de plástico, negras y transparentes, con los restos humanos, fuera estaban las cabezas. La policía investigadora ministerial se ha desplazado hasta la colonia La Villa para las indagatorias. Los cuerpos se han trasladado al servicio médico forense. De momento no se ha confirmado edad, sexo o identificación de ninguna de las seis víctimas. “Se encuentran en calidad de desconocidos”, ha informado la FGE.
En un mensaje escrito en una cartulina y colgada entre dos árboles en la escena del crimen se leía: “En Chilapa está estrictamente prohibido vender y consumir cristal, secuestrar, cobrar piso y robar. Esto les va a pasar a los que anden haciendo mamadas. Todos estos delitos tienen pena capital y las reglas se cumplen porque se cumplen. La plaza tiene dueño y se respeta”.
En Chilapa y sus comunidades, hay una guerra abierta entre policías comunitarios y los conocidos como Los Ardillos. Este grupo criminal ha participado de algunos de los episodios más violentos en la zona en la última década, desde desapariciones masivas a masacres. Enrededados durante años en una espiral de ataques contra el cartel de Los Rojos, Los Ardillos siguen en su escala de violencia aún cuando sus rivales fueron desarticulados al principio de la Administración de Andrés Manuel López Obrador. En conversación con EL PAÍS, la policía comunitaria de la región, la CIPOG-EZ, cuenta 38 muertos y 18 desaparecidos desde 2015. De todos los casos culpan a Los Ardillos. La masacre de este jueves todavía no ha sido atribuida.
El 24 de marzo fueron tres los cuerpos decapitados que aparecieron en Iguala, en un tramo de carretera hacia Santa Teresa. Eran tres hombres entre 30 y 40 años. A unos metros se hallaron sus cabezas. Las autoridades no han reportado más detalles del caso. Se presume que se trató de una ejecución entre algunos de los grupos rivales que se enfrenta en la región. Tampoco han trascendido más datos de los dos hombres que aparecieron en un taxi en la turística Zona Diamante de Acapulco. Una de las cabezas fue colocada en el limpiaparabrisas junto a dos cartulinas: “Esta plaza tiene dueño”, se leía de nuevo.
México se enfrenta a una oleada de violencia y masacres. El pasado domingo, asesinaron a 20 personas en un palenque de pelea de gallos en Michoacán, fueron 17 los ejecutados a plena luz del día en otro municipio michoacano, San José de Gracia, o nueve los asesinados en una vivienda en el municipio turístico de Atlixco en Puebla. Mientras el presidente y los gobernadores culpan de los crímenes al enfrentamiento entre bandas rivales, no hay autoridad que contenga la sangría.