El jefe de la policía de la Ciudad de México se descarta para gobernar la capital y revela su deseo de seguir junto a su “jefa” como posible secretario de seguridad en 2024
No es el trago más agradable entrar en el despacho del jefe de la policía de la Ciudad de México unos días después de haberle quitado al cartel de Sinaloa una tonelada y media de cocaína, o sea unos mil millones de pesos (casi 50 millones de dólares), un decomiso récord en la capital del país. Uno pensaría que las medidas de seguridad serían extremas, que su despacho sería una fortaleza y que la tensión dentro de su equipo los tendría atenazados a la espera de una reacción ante un asunto de dimensiones nacionales. Uno pensaría que tendría aún más sentido el titular de la entrevista que hace más de un año le realizó este periódico cuando el Cartel Jalisco Nueva Generación intentó meterle 400 tiros: “Omar García Harfuch, el policía más amenazado del mundo”. Pero no, en el edificio de la calle Liverpool solo hay gente trabajando, moviéndose de aquí para allá llevando papeles, resolviendo quejas o atendiendo denuncias que van desde el chantaje a un bar a un robo en la calle. A casi tres años de su nombramiento, García Harfuch (Cuernavaca, 1982) ha logrado dotar de una extraña sensación de control y seguridad al cargo más caliente de Ciudad de México.
Pregunta. ¿Espera alguna respuesta del crimen organizado?
Respuesta. Siempre esperamos una reacción. Y más cuando les estás quitando tanto, tanto dinero. Porque cuando detienes a un capo o al segundo al mando de una organización, se trata de figuras totalmente reemplazables, pero con los decomisos les estás quitando una bolsa de dinero que ya tenían en la mano. Por tanto, claro que esperamos reacciones y estamos atentos, pero lo que pretendemos es quitarles los incentivos que tenían para operar aquí.
P. ¿Qué tipo de reacción podría darse?
R. No me gusta especular.
P. El decomiso se dio gracias a la información de Estados Unidos. ¿Qué nivel de presencia tienen las agencias estadounidenses en la CDMX?
R. La policía a mi cargo tiene como eje único de coordinación e intercambio de información al Gobierno de la República: Centro Nacional de Inteligencia, Ejército, Marina y Guardia nacional. Claro que el Gobierno de México mantiene relación con autoridades internacionales, y el gobierno federal es el conducto para el intercambio de la misma. La operación fue exitosa gracias a este mecanismo amplio de cooperación.
Desde que hace casi tres años llegó al cargo, algo ha cambiado en Harfuch y en la ciudad. Él no ha vuelto a pisar su casa y vive encerrado en un despacho donde la cama, la mesa de trabajo, y las pantallas del C5 están a pocos metros de distancia. No va a restaurantes, no sale de fin de semana, ni se hace escapadas a la playa desde que intentaron matarle durante el ataque en Las Lomas, en julio de 2021, en el que murieron sus dos escoltas. En la ciudad también algo está cambiando. Tras la última encuesta del INEGI sobre Seguridad Pública Urbana, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum presumió una reducción en la percepción de inseguridad de más del 21% en el último año, un dato, el de la “percepción”, tan perverso como difícil de cambiar porque combina datos reales con sensaciones individuales que van desde lo mediático a lo que pasa en el resto del país.
P. ¿Por qué cree que le ha ido tan bien a usted?
R. Se debe a la coordinación con Sedena y Marina. Llevamos tres años trabajando juntos y eso ayuda mucho a detectar las amenazas en tiempo real. Ahora podemos saber que si detuvimos a X personas en la Ciudad de México, podemos saber qué están planeando en Sinaloa, en Sonora o en Jalisco. Otro de los grandes aciertos fue darle facultades de investigación a la policía. ¿Por qué? Porque eso cambió la manera de operar de toda la policía. Desde 1860 esta policía era exclusivamente preventiva, pero ahora no. Antes, cuando pasaba algo, los agentes iban, levantaban un reporte y lo enviaban a la Procuraduría, pero ahora investigamos y checamos cámaras. En esta oficina no decimos que somos mejores, simplemente decimos que hacemos las cosas de forma diferente porque la ley nos lo permite y tenemos nuevas facultades.
P. ¿Por qué a nivel federal no hay la misma efectividad que se presume en la capital?
R. Gran parte de la culpa tiene que ver con los mandos locales que eluden su responsabilidad. Los gobiernos estatales han tenido seis años para preparar una policía y fortalecer su Fiscalía o Procuraduría. Pero si esperamos que el Gobierno Federal resuelva la violencia en cada rincón del país, entonces deberíamos tener una Guardia Nacional o una Policía Federal 20 veces más grande. Aquí mismo en la Ciudad de México, mi jefa no me admitiría si le dijera un día que en Tepito hay unos tipos con una gran cantidad de armas, pero que es un tema federal. Cuántos gobernadores dicen: “Bo, no, nooo.. Ese es un asunto del secretario”. Ella dirige la política de seguridad.
P. ¿Está más preocupado por las organizaciones criminales o por el robo de coches?
R. Los riesgos que veo es la cantidad de recursos económicos que disponen las organizaciones criminales. Los 400 millones confiscados en Tepito, son 800 millones en Texas y 1.000 millones en Chicago o Los Ángeles. Ese es un dineral que hoy no está en manos de las organizaciones criminales para corromper autoridades, cooptar jóvenes o comprar más armas. O sea, generar violencia. Esta policía no lucha contra de las drogas, sino contra la violencia, no se mete en temas federales. Tenemos la instrucción clara de la jefa de Gobierno de luchar contra la violencia porque lo que afecta a la ciudad es la violencia. Y cuando me refiero a violencia, digo extorsión, homicidios, cobro de piso o robo de vehículos. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Anteriormente, se decía que la delincuencia organizada es una cosa y el narcomenudeo y el robo de vehículos otra. Pero no, las estructuras criminales son las mismas. Las células, chiquitas o grandes, generan violencia. Al quitarles esas armas y la droga frenas el flujo de efectivo y se frenan delitos a futuro.
La habilidad de Harfuch ha sido romper con el discurso heredado de la gestión de Miguel Ángel Mancera (2012 a 2018) sobre el tamaño de la amenaza, al admitir que los grandes cárteles del país, Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Golfo, principalmente quisieran tener una pata más firme en la capital. El trabajo de debilitamiento con incautaciones y detenciones ha dado sus frutos y las encuestas de Enkoll para El Universal o la de El Financiero lo colocan entre los principales aspirantes a gobernar la capital del país junto a López Gatell o Martí Batres. Harfuch, reconoce, sin embargo, por primera vez que lo que más le gustaría es seguir a su jefa, Claudia Sheinbaum, en tareas de seguridad en caso de ganar la presidencia.
P. ¿Dónde se ve dentro de dos años? ¿Jefe de gobierno de la Ciudad de México o Secretario de Seguridad?
R. Nosotros, yo y mi equipo, fuimos invitados por la doctora Sheinbaum y nos gustaría mucho participar con ella. Si ella es la presidenta de México, me gustaría que me diera también la oportunidad de ayudarle y de poder hacer algo por mi país a nivel federal, en lo que sabemos hacer.
P. ¿No se ve dando un mitin en la Buenos Aires?
R. No aspiro a gobernar la Ciudad de México. Estoy centrado en la tarea de ser policía y este puesto no es como otros donde es posible hacer campaña y tu trabajo al mismo tiempo.
Es periodista en México, Centroamérica y Caribe. Fue corresponsal de El Mundo y Associated Press en Colombia antes de llegar a EL PAÍS. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Finalista True Story Award 20/21 y colaborador en varios libros colectivos sobre periodismo y América Latina.