La idea de construir, como sea, una imagen de unidad dentro del partido, es instrucción de AMLO. Los actuales encuentros entre presidenciables buscan conjurar posibles pleitos pero, a juzgar por las sonrisas forzadas, ese barco ya zarpó
EMEEQUIS.– Aunque la naturaleza de una disputa política nunca ha sido guiada por el amor al prójimo, el grupo gobernante parece decidido a convencer a sus bases que en la carrera por la candidatura presidencial morenista de 2024 todo son besos y abrazos.
Por eso es que en un lapso de sólo tres semanas circularon en medios y en redes socio virtuales las imágenes de ese idilio desinteresado: el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, ofreciendo un desayuno, en su finca natal de Plateros, al canciller Marcelo Ebrard. Ebrard, agradeciendo en redes la hospitalidad de Monreal en su visita al Senado; Claudia Sheinbaum, mencionada como favorita o delantera en el corazón del “gran elector”, en reunión “sincera” con el senador zacatecano.
La foto que falta es la de Ebrard con Sheinbaum, y aunque aún no parece haber condiciones para “emparejar agendas”, existe el compromiso de que pronto se verificará, aunque la repartición de culpas por la tragedia ocurrida en la Línea 12 del Metro en el mes de mayo envenena el ambiente entre los postulantes.
Pero se trata de una instrucción presidencial, según se desprende de distintos trascendidos que acompañaron los eventos en cuestión.
La idea es construir como sea una imagen de unidad dentro del partido, pues de alguna manera hay que parar mensajes tempraneros de ruptura en Morena, como la separación del partido de personajes relevantes como la del senador y exdirector del IMSS, Germán Martínez.
E incluso acallar las alharacas de personajes un renglón abajo, como las de Gibrán Ramírez, que ahora presume un fervor democrático a diferencia de cuando recibió generosas subvenciones en plataformas oficiales como Canal 11. Ahora clama que hay que democratizar a Morena.
Y más aún, los encuentros tendrían el propósito de conjurar las versiones de que si la jefa de Gobierno es efectivamente seleccionada por AMLO, Monreal se iría con el PT y el PVEM o MC; y Ebrard, ¡con el PRI!
“CULTURA DE LA LÍNEA” VS. DISPERSIÓN TRIBAL
No es ese el contexto más propicio para la pelea que libran los aspirantes a ser el beneficiario de la decisión de AMLO sobre la candidatura presidencial morenista.
Ni siquiera en los tiempos de mayor esplendor y disciplina más férrea de la –primera– era de partido hegemónico, esa lucha fue tan tersa. Incluso en aquellos tiempos –cuando según el historiador Enrique Krauze el proceso sucesorio mexicano había alcanzado un “refinamiento azteca”– las sonrisas acordadas en la víspera devenían patadas bajo la mesa en el desayuno.
Y eso que los priístas traían arraigada “la cultura de la línea”, mientras que los morenistas, criados en una sustancial proporción dentro de la “cultura de las tribus” que floreciera en el PRD, tienden a los procesos internos conflictivos a la hora de definir candidatos y dirigentes.
Como sea, la balcanización es un fantasma que ya asoma tras dinteles y ventanas del edificio morenista, y habrá que ver si “el cemento” del poder y la promesa de la prolongación de su ejercicio es suficiente para mantener una cohesión espartana.
En las primeras dos imágenes, encuentros entre presidenciables. En la tercera, Monreal recibiendo a Ebrard previo a su comparecencia en el Senado de este martes. Fotos: Twitter y Cuartoscuro.com.
SHEINBAUM – MONREAL: SINCERADOS
El pacto de no agresión de Ebrard con Monreal parece más realista, por más que su vigencia esté determinada por los tiempos mismos de la sucesión. Con todo, parece un entendimiento más natural.
Baste recordar que Ebrard integró su estructura a Susana Monreal Ávila, hermana del senador, como consejera del Área de Asuntos Comunitarios y Educativos en el Consulado General de México en San Antonio, a pesar de no contar con experiencia y trayectoria en el servicio exterior mexicano.
Pero el caso de Monreal con Claudia Sheinbaum es diferente. Para empezar, se registra después de que el zacatecano declaró “en plenitud de mi lucidez, inteligencia y experiencia” y, por tanto, según él, el más adecuado para “profundizar el cambio” iniciado por AMLO.
Luego, apenas este lunes 27, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal difundieron la foto de su encuentro de esa mañana con el duro secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Claudia luce afianzada a su sillón, con el vinil del descansabrazos estrujado entre sus manos, como en gesto de contención y alertamiento simultáneos, mientras su oponente, el senador Ricardo Monreal, consigue una postura aparentemente más estudiada pero no exenta de rigidez.
En medio, Adán Augusto, el “hermano por elección” de AMLO, con los brazos cruzados y la disposición de un prefecto que tiene el encargo de no salir de la habitación sin resultados.
No obstante, ni la jefa de gobierno de la Ciudad de México ni el cacique zacatecano consiguen desplegar la sonrisa solicitada, sino subrayan en sus rostros una expresión de tensión.
Monreal posteó la imagen con el comentario: “Nos reunimos con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, para revisar la agenda legislativa de la capital. Encuentro amigable y sincero; la unidad de propósitos siempre genera buenos resultados”.
Dos minutos antes, la jefa del Gobierno capitalino difundió la misma imagen, manufacturada en Bucareli, con un comentario casi entusiasta: “Hoy tuvimos una fructífera reunión convocada por el secretario de Gobernación, Adán Augusto, con el senador Ricardo Monreal, sobre la agenda legislativa para la Ciudad. La transformación avanza”.
Más tarde, la tlalpense dio una videoconferencia en la que aseguró que había sido una reunión “como camaradas.
CUENTAS PENDIENTES
Lo cierto es que hay deudas irresolubles. En 2017, Monreal trató de dinamitar la selección de la entonces delegada en Tlalpan como candidata obradorista al gobierno de la Ciudad de México para 2018.
Como si no hubiese sabido quién palomeaba las encuestas de popularidad utilizadas para definir candidato, Monreal pidió “reponer el procedimiento”, pues argumentó ¡que la encuesta no fue transparente!. Poco después amenazaría con abandonar el partido.
Sheinbaum fue entonces –todavía– menos diplomática en aquella coyuntura. Como los aspirantes no querían ni hablarse por teléfono, ella grabó un video que luego difundió en redes, para dirigirse al entonces jefe delegacional de Cuauhtémoc, en el que le decía:
“Hubo cuatro contendientes, los cuatro aceptamos las reglas, los cuatro aceptamos el método, los cuatro aceptamos el árbitro. ¿El resultado? Gané claramente (…) Ricardo, tú aceptaste estas condiciones. Si no, no hubieras competido. Desde aquí te digo: hay que saber perder y sin chantajes”.
La idea de los actuales encuentros entre los presidenciables busca conjurar que se repitan secuencias semejantes en el proceso sucesorio de Morena para 2024. Pero las apuestas ya corren en contra…
@emeequis