El caso de Xóchitl Gálvez es utilizado por el dirigente panista para jactarse de impulsar a las mujeres, aunque en Puebla, sin encuestas ni proceso interno, quitó cualquier posibilidad de ser candidatas a la gubernatura a las dos aspirantes que había: la senadora Nadia Navarro Acevedo y la diputada federal Genoveva Huerta Villegas.
@HectorBLN
Sin guardar las formas, los estatutos ni la ley, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, ungió al alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez como próximo candidato a la gubernatura de Puebla, en una clara emboscada al panismo poblano.
El líder panista visitó la ciudad el jueves para inaugurar la famosa “Casa Gris”, nueva sede del Comité Directivo Estatal (CDE), y festejar el 84 aniversario del partido, en un ambiente de armonía y unidad.
Con este plan acudieron al evento legisladores locales y federales, alcaldes, exalcaldes, regidores, integrantes del Consejo Estatal y demás liderazgos panistas, todos aspirantes a candidaturas para la elección de 2024.
Sin embargo, para sorpresa de muchos, el festejo se convirtió en un evento proselitista para destapar a Rivera Pérez, cuya aspiración a la gubernatura no era ningún secreto, pero se esperaba que la anunciara hasta su informe de gobierno, el próximo 15 de octubre.
Como era previsible, el destape hizo pasar desapercibida la nueva sede, el aniversario y la unidad entre panistas, que dicho sea de paso, no existe porque llevan varios meses en una disputa interna de grupos.
El destape además echa por tierra cualquier intento de democratizar y legitimar el proceso interno de selección de candidaturas, en el PAN y en la coalición que se formará con el PRI, el PRD y posiblemente con Compromiso por Puebla (CPP) y Pacto Social de Integración (PSI).
Y es que sin haber iniciado el proceso interno ni tomar en cuenta a la ciudadanía, Marko Cortés adelantó el “dedazo”, dando por hecho que Eduardo Rivera es el aspirante mejor posicionado en las preferencias electorales y el único que podría derrotar a Morena y su coalición en 2024.
El tiempo le dará o no la razón, pero por ahora le correspondía asumir un papel de neutralidad, que garantizara equidad, pluralidad y apertura hacia la sociedad civil, todo eso que el panismo y el bloque opositor presumen del proceso interno para la candidatura presidencial, que favoreció a Xóchitl Gálvez Ruiz, quien hasta hace unos meses ni figuraba en las encuestas.
El caso de Xóchitl Gálvez es utilizado por el dirigente panista para jactarse de impulsar a las mujeres, aunque en Puebla, sin encuestas ni proceso interno, quitó cualquier posibilidad de ser candidatas a la gubernatura a las dos aspirantes que había: la senadora Nadia Navarro Acevedo y la diputada federal Genoveva Huerta Villegas.
De consumarse la postulación de Rivera Pérez, se hará canon su imposición en las internas del PAN, ya que por tres contiendas consecutivas habrá obtenido su candidatura a través de una decisión cupular.
En 2018 fue postulado a la alcaldía de Puebla con todo y el coraje del exgobernador Rafael Moreno Valle, quien no lo quería en contienda, pero tuvo que ceder a cambio de su senaduría y la candidatura a la gubernatura para su esposa, Martha Erika Alonso Hidalgo.
Ese año Eduardo Rivera perdió la elección ante la morenista Claudia Rivera Vivanco, así que esperó tres años para buscar la revancha en 2021, ya sin los Moreno Valle y con Luis Miguel Barbosa Huerta como gobernador.
A pesar de la animadversión deHuerta Villegas, entonces dirigente panista, Rivera Pérez fue postulado a la alcaldía de Puebla con el respaldo de Marko Cortés, y así volvió a enfrentar a Rivera Vivanco y la derrotó con ayuda de Barbosa Huerta, ya que este ejercía una venganza personal contra ella y no permitiría que se reeligiera.
Ahora, tras una gestión de altibajos y sin Miguel Barbosa, Eduardo Rivera se encamina a otra cantada candidatura, en un proceso electoral donde el PAN y sus aliados no son favoritos y su posibilidad de triunfo depende de la postulación de Morena.
