La influencia política de Beatriz no se limita a las áreas culturales del gobierno. La doctora ha colocado en posiciones clave a sus amigos y aliados políticos
Salvador García Soto
Desde la campaña llamó la atención por su papel activo en el proselitismo del candidato que ya pintaba como favorito en las encuestas. Sus videos cantando temas musicales de apoyo a la campaña de su esposo la volvieron popular y posicionaron su imagen en los electores. Una vez que López Obrador ganó la Presidencia, comenzó a dar entrevistas en las que aseguraba que no jugaría el papel histórico de las esposas de los presidentes en México ni quería ser vista ni llamada como la “primera dama”, porque el término y la figura le parecían denigrantes del rol femenino.
La doctora Beatriz Gutiérrez Müller reivindicó desde antes del inicio del gobierno que ella tenía una profesión y una carrera propia en la comunicación y la investigación literaria, y que no se haría cargo de la Presidencia del Sistema DIF en la República, tal y como habían hecho históricamente la mayoría de las esposas de los presidentes, desde la época de Carmen Romano de López Portillo, cuando nació el DIF de la fusión, en 1977, de dos institutos previos: el de la Familia y de la Infancia y el de Atención a la Niñez. En cambio, pidió que el presidente le creara un nuevo cargo “honorario” y le diseñara un proyecto propio llamado Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México, que en en este año 2022 obtuvo un presupuesto público de 32 millones de pesos.
Ya iniciado el gobierno de López Obrador, la carrera académica de su esposa tuvo un crecimiento. En diciembre de 2019 la Benémerita Universidad Autónoma de Puebla la nombró Investigadora “A” de tiempo completo en el Instituto de Ciencias Sociales “Alfonso Vélez Pliego”, y un año después, en 2020, el Conacyt le otorgó el nivel 1 como investigadora Nivel 1 del Sistema Nacional de Investigadores. A las críticas por el nombramiento de investigadora en una dependencia científica, el presidente afirmó que era por sus méritos. “Mi esposa Beatriz es académica. Da clases. Hace como 2 años presentó examen para ingresar al Sistema Nacional de investigadores. La calificaron como candidata. Y le dan categoría de nivel 1. Se sometió a todo el procedimiento. Los adversarios dijeron que era una imposición, pero aquí no hacemos eso”, dijo el mandatario.
Pero el cargo honorario, por el que oficialmente no cobra, sí se convirtió en una plataforma de poder y posicionamiento político para la señora Gutiérrez Müller. Desde ahí controla a todo un sector del gobierno, relacionado con el arte, la cultura y la historia; su influencia es real y total en la Secretaría de Cultura, el INAH, el INBAL, que en conjunto manejan presupuestos este año por 15 mil 028 mdp. Algunos de los titulares de esas áreas del gobierno se quejan en corto de la injerencia de la señora en las decisiones presupuestales y el manejo de las políticas públicas en esas instituciones.
La influencia política de Beatriz no se limita a las áreas culturales del gobierno. La doctora ha colocado en posiciones clave a sus amigos y aliados políticos. Recientemente hizo que el presidente se enfrascara en un conflicto diplomático por proponer públicamente y sin tener el beneplácito, a su gran amigo, el historiador Pedro Salmerón, acusado por alumnas del ITAM, de la UNAM y mujeres militantes de Morena de acoso sexual y violencia de género. Ahora, la influencia de Beatriz en las decisiones del presidente, vuelve a constatarse en la propuesta para nombrar nuevo embajador de México en Rusia a Eduardo Villegas, filósofo de profesión, sin experiencia diplomática y actual subalterno suyo como coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México.
La propuesta del filósofo Villegas, enviada por el presidente al Senado de la República, ha desatado polémica porque justo cuando Rusia encabeza una invasión militar contra Ucrania, en una guerra que tiene en vilo los equilibrios geopolíticos, que está afectando a la economía internacional y que amenaza con desatar un conflicto mayor en el mundo, el gobierno de México quiere enviar a Moscú a un hombre sin ninguna formación ni experiencia diplomática. “¿Qué puede salir mal? El embajador propuesto para Rusia es… un filósofo”, tituló en estos días el portal Emeequis.
Adicional a su control de las instituciones y presupuestos culturales, a su nueva influencia en la designación de embajadores y al papel de interlocutora que juega en ciertos casos de alto perfil al recibir a personas que quieren hacerle llegar mensajes o peticiones al presidente, Beatriz Gutiérrez Müller también desarrolla un interesante activismo político en la 4T y en el partido Morena del que no es militante formal, pero sí se ubica en una corriente de ideología más radical. Su amistad y cercanía con Claudia Sheinbaum se ha vuelto también un tema político por las aspiraciones presidenciales de la Jefa de Gobierno de la CDMX.
Hace unos días, el 2 de febrero, en un video publicado en redes sociales, se les vio a ambas, Beatriz y Claudia, caminar juntas por las calles del centro histórico para llegar a un evento con el presidente de la Suprema Corte de Justicia. La imagen fue ampliamente comentada en redes sociales y tenía una intención clara: junto a la Jefa de la Ciudad de México, apoyando e impulsando su aún incierto proyecto presidencial, hay otra Jefa, que no tiene cargo, pero manda e influye en la 4T y en las decisiones de gobierno, como si lo tuviera.