Mal Corte de caja

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Es una lástima, pero sobre todo es vergonzoso, ver el final político que eligió Arturo Zaldívar, quien fuera Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia

POR RAMÓN ALBERTO GARZA – CÓDIGO MAGENTA

Es una lástima, pero sobre todo es vergonzoso, ver el final político que eligió Arturo Zaldívar, quien fuera Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Sin justificar causa grave de por medio, como lo exige el artículo 98 de la Constitución, el ministro Zaldívar dio por terminados sus 14 años de servicio en el máximo tribunal judicial de México. Su tiempo de salir era el 2024, pero no resistió el llamado urgente de la Cuarta Transformación.

Su legado es de claro-oscuros. Para unos se trató de un ministro siempre al servicio del presidente en turno, muy en particular de Andrés Manuel López Obrador, con quien acudía con frecuencia a tener acuerdos en Palacio Nacional, colocando sobre la mesa de debates la independencia del Poder Judicial.

Para otros fue un ministro progresista que logró resolver, sin mayores confrontaciones, sus diferendos con un terco y obstinado inquilino de Palacio Nacional, como el que se dio cuando el mandatario promovió que su periodo como presidente de la Suprema Corte se prolongara por dos años. Al final de un largo silencio sobre el tema, el ministro Zaldívar dijo “No”.

Sin embargo, dejó un pésimo sabor de boca el hecho de que apenas se conociera su carta de renuncia enviada al presidente López Obrador, comenzara también a difundirse una fotografía de Zaldívar con Claudia Sheinbaum.

La imagen del sonriente ministro con la candidata de Morena a la Presidencia de la República sólo vino a confirmar sus inclinaciones políticas en favor de la Cuarta Transformación. Congruente con sus votaciones, casi siempre alineadas a las de las ministras cuatroteístas Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, está claro que el ministro Zaldívar ni siquiera corrió las cortesías de esperar a que el Senado le aceptara la renuncia. El que fuera responsable supremo de vigilar la Ley acabó pisoteándola.

De acuerdo a los tiempos que exigía el cargo, el ministro Zaldívar inició sus servicios en la Suprema Corte en 2009, en el sexenio de Felipe Calderón. Y de acuerdo a la Ley se prolongarían por 15 años. Es decir, tendría que dejar su posición hasta el 2024, salvo que existiera una causa grave, como algún problema de salud.

Esa causa nunca se dio, ni se manifestó en su carta de renuncia, por lo que se hizo evidente que se trató de una renuncia de corte estrictamente político, con la clara intención de incorporarse a la campaña de la candidata de Morena a la Presidencia.

Hay quienes apuntan a que el ministro Zaldívar dejó el cargo en estas fechas para cumplir con los seis meses sin estar en el servicio público y poder, así, aspirar a una posición de elección popular, como el Senado. Es posible.

Hay quienes insisten que su destino sería el de relevar en dos años más -o antes, si fuera necesario- a Alejandro Gertz Manero, el controvertido Fiscal General de la Nación. Incluso llegan a pronosticar que el ministro Zaldívar pasaría por la antesala que dejara vacante al morir el vicefiscal Juan Ramos, con la intención de ir calentando el brazo para el relevo definitivo. Entretanto, sería “asesor jurídico” de Claudia Sheinbaum.

Sea cual fuere la causa no explicada para dejar tirado su cargo, meses antes de que se diera por oficialmente concluido, lo cierto es que el ministro Zaldívar se va no por la amplia puerta de enfrente, sino por la estrecha y oscura puerta trasera.

Evidenciar de esa manera tan burda y descarada sus preferencias políticas, dejando el cargo conferido, acabó por quitarle la venda de los ojos a aquellos que algún día le dieron el beneficio de la duda de que fue un Ministro Presidente neutral.

Y los que siempre lo defenestraron tendrán ahora todo el derecho de decir: “Se los dije. Despachaba de la mano de López Obrador”.