La pandemia nos ha arrebatado dos años de avances educativos mientras Delfina Gómez está centrada en ser gobernadora del Estado de México
México cerró sus escuelas públicas 17 meses sin un plan adecuado para que los niños continuaran aprendiendo en casa. El resultado es una emergencia nacional. Los niños perdieron entre 1.3 y 2.1 años de aprendizaje y se estima que al menos 802 mil dejaron de inscribirse a la escuela básica.
Este fracaso se gestó en dos clásicos errores de la 4T.
Primero, el desfondeo de la educación pública para favorecer las transferencias en efectivo. A diferencia de otros países como Colombia donde el gasto en educación aumentó en 8%, en México, durante la pandemia, el gasto educativo se redujo en 1.3% en términos reales (2019 a 2021). No solo no existieron recursos extraordinarios para la contingencia, sino que se recortó el presupuesto de programas efectivos para reducir el rezago educativo (como desarrollo docente o producción de materiales educativos) para privilegiar la entrega de dinero en efectivo.
El dinero es positivo, pero no debe substituir a las políticas públicas o el diseño de estrategias que apoyen a las familias de manera más integral. El dinero resuelve la necesidad de ingreso básico, pero no asegura la existencia de una oferta educativa de amplia y de calidad.
El segundo clásico error de la 4T evidente en la política educativa es que la estrategia del cierre escolar se hizo al vapor y con poca estrategia. La SEP hizo programas de radio y TV que transcribían materiales de libros de manera aburrida, absurda y poco didáctica. Se convirtió al sistema educativo en exposiciones filmadas de 2 periodos diarios de 50 minutos, basados en libros y cuadernillos que a veces ni llegaron.
Por ello, los pocos casos de éxito en aprendizaje se dieron entre los padres que desafiaron las instrucciones de la SEP. La educación se individualizó. Los padres tuvieron que contactar de manera directa a un maestro, organizar reuniones en la calle, asesorías por Whatsapp y escuelitas informales. Quien pudo ayudó a otros, prestó internet y puso cubrebocas. Quien no, no.
Esto no pasó en otros países. Uruguay combinó el aprendizaje en línea con un currículo bien focalizado y enfocado en proyectos de aprendizaje que pudieran realizarse a distancia. Panamá priorizó abrir escuelas en zonas pobres para evitar desigualdades. Incluso Trinidad y Tobago diseñó un mecanismo efectivo para entregar material de aprendizaje semanal a quienes no pudieran tomar clases remotas.
Lo preocupante es que en México, ante estos errores, todavía no hay un plan para recuperar aprendizajes.
Por el contrario, la SEP ignora el problema como si ello lo desapareciera. Por ejemplo, vetó una evaluación cuantitativa preliminar hecha por el director del CONEVAL, José Nabor, que mostraba datos escalofriantes de abandono. La SEP argumentó que la evaluación era demasiado rígida y que no había presupuesto para mejorarla. Al final, ante la presión del CONEVAL, se negoció que el actuar de la SEP sería evaluado tomando en cuenta solo 10 estudios de caso. Los resultados reforzaron lo que ya se sabía pero se quería ocultar: lo que hizo la SEP durante la pandemia no funcionó.
También ha habido intentos por tapar el sol con un dedo. Por ejemplo, en vez de medir la pérdida de aprendizaje creada por la pandemia mediante una prueba estandarizada, la SEP realizó una encuesta entre maestros donde cada uno evaluó, como quiso y pudo, si sus alumnos habían perdido conocimiento. Con ello, la SEP concluyó felizmente que la mayoría de los niños mexicanos (54%!) no tuvo pérdidas significativas de aprendizaje.
La realidad es que el tema electoral se ha comido a la SEP. Delfina Gómez está en campaña y su equipo opera de manera desarticulada, con rencillas y sabiendo que pronto van a irse. El titular de la Unidad de Administración y Finanzas de la SEP, Oscar Flores, se ha convertido en el secretario de educación de facto.
La atención de la SEP está en cambiar los programas de estudio, algo que, si bien sería deseable, no resuelve el problema inminente del abandono escolar. Tal parece que la única meta real de Delfina es hacer lo que le pide López Obrador (dar más becas) y mostrarle a la prensa que le disgusta sentarse en el ostentoso escritorio de Vasconcelos. Prefiere un cubículo chiquito, dice, y se jacta de no tener apoyo burocrático para hacer nada.
Es urgente corregir rumbo. Los niños volverán a la escuela a final de mes y ello inaugurará una fase inédita para el sistema educativo mexicano: el aula multinivel generalizada. Es decir, de facto, los niños volverán a las aulas de su grado, pero teniendo niveles muy distintos de aprendizaje. El maestro tendrá que utilizar el ciclo escolar 2022-2013 para regularizar a sus alumnos, a la vez que enseña lo que toca.
Emprender el proceso de regularización masiva que requiere México es un gran reto y de ello dependerán los ingresos futuros de miles de niños. Sin embargo, la SEP muestra reticencia a resolver el problema. No desea que los maestros se enfoquen en enseñar conceptos clave, no presiona por un aumento en presupuesto y se ha negado a utilizar una herramienta (diseñada por UNICEF) para facilitar la documentación y rastreo de casos de abandono escolar.
La prueba de que la SEP no desea mejorarse es que, durante las clases de verano, ha vuelto a trasmitir los programas de TV educativa que ya se sabe que no funcionaron durante el ciclo escolar.
Lo que más se necesita en SEP es voluntad de trabajo. Delfina debe dejar su campaña en Edomex o renunciar. La secretaria de educación está en su derecho de querer ser gobernadora, pero no de afectar a millones de niños para lograrlo.
Vía: El País