Si bien el mecanismo dispuesto para indagar sobre la “guerra sucia” denunció que el Centro Nacional de Inteligencia desapareció documentos en resguardo del Archivo General de la Nación, entre ellos los relativos a Manuel Bartlett Díaz y José Antonio Zorrilla, el gobierno de Estados Unidos resguarda sus propia documentación sobre el actuar de ambos y el control ejercido indebidamente a través de la DFS
EMEEQUIS. El Mecanismo para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990 (MEH) acusó que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) “desapareció” expedientes que estaban bajo resguardo en el Archivo General de la Nación (AGN).
Los documentos que se encontraban en salas habilitadas entre las antiguas crujías de la cárcel de Lecumberri, fueron elaborados sobre políticos mexicanos activos en ese periodo, posiblemente implicados en represiones a movimientos sociales.
Las fichas que creó la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) sobre Manuel Bartlett Díaz; su subalterno José Antonio Zorrilla Pérez –sentenciado por la autoría intelectual del homicidio del periodista Manuel Buendía–; el expresidente Carlos Salinas de Gortari y el agente de la DFS Javier García Paniagua, padre de Omar García Harfuch, aspirante a la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) por la Ciudad de México, son algunos de los personajes de quienes el Centro Nacional de Inteligencia presuntamente “extravió” sus expedientes.
Carlos Salinas de Gortari y Manuel Bartlett Díaz. (Archivo)
Aunque en México fue posiblemente sustraída la información sobre Bartlett y Zorrilla, ambos partícipes en decisiones en la vida pública durante periodos en los que, entre otros, la Federal de Seguridad protegió al Cártel de Guadalajara, el grupo del narcotráfico más importante durante la década de 1980 y principios de 1990, y esta misma policía política supuestamente participó en la tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, el gobierno de Estados Unidos resguarda archivos sobre el actuar de ambos y el control ejercido indebidamente a través de la DFS.
Miembro del régimen priista, integrante de los gabinetes de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, también aspirante a la presidencia de la república, Manuel Bartlett fue parte de investigaciones y análisis sobre el sistema político mexicano por parte la Agencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency, CIA). Su influencia a través de la DFS –la policía política del Partido Revolucionario Institucional (PRI), responsable de ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones a derechos humanos–, su relación con José Antonio Zorrilla, así como su ejercicio del poder, integran informes desclasificados de la CIA, consultados por EMEEQUIS.
EL PODER A TRAVÉS DEL ESPIONAJE
En un informe del 25 de abril de 1984, denominado “The Outlook For Mexico” (la perspectiva para México), los agentes de la CIA refirieron que la fuerza de seguridad interna civil más efectiva en el país era la DFS, subordinada a Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación, la cual, estimaban, tenía cerca de mil 300 agentes en su sede de la Ciudad de México y en todos los estados, con mayor armamento que el Ejército.
“Los equipos del DFS probablemente han aumentado las operaciones de inteligencia encubiertas a lo largo de la frontera con Guatemala en los últimos años y han aumentado la infiltración de los grupos políticos de oposición. La responsabilidad principal de la dirección es monitorear a los presuntos disidentes y grupos de oposición con el fin de descubrir e investigar cualquier posible esfuerzo subversivo. La DFS no duda en realizar búsquedas, incautaciones e incluso detener e interrogar a personas sospechosas de subversión”, dice el documento CIA-RDP87T00126R001301740003-1, desclasificado el 10 de septiembre de 2009.
En dos archivos. denominados “Protocol for limiting and regulating the cultivation of the poppy plant, the production of, international and wholesale trade in, and use of opium” (Protocolo para limitar y regular el cultivo, producción, comercio internacional y al por mayor de amapola, y el uso de opio) y “Drug traffickers take control of parts of Mexico” (Traficantes de drogas toman control de territorios de México), la CIA refiere los posibles nexos de José Antonio Zorrilla, director de la DFS, con el Cártel de Guadalajara, a través de protección y alianzas entre miembros del político y el crimen organizado. Zorrilla, que estuvo encarcelado por el asesinato de Buendía, respondía directamente a Bartlett.
LA CENSURA IMPUESTA POR BARTLETT
Respecto a las actuaciones de ambos vía el poder de la Federal de Seguridad, la Agencia Central de Inteligencia se enteró de que Zorrilla amenazó a los editores de Proceso para impedir que publicaran una investigación que involucraba a Bartlett.
“Fuentes informadas de la CIA y la policía mexicana nos han dicho que descubrieron un intento del exjefe de la Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla, de pagar a los editores de Proceso dos millones en pesos, con una promesa de dos millones más si acordaban no contar una historia que habían obtenido sobre el jefe de Zorrilla, el ministro del Interior, Manuel Bartlett Díaz”.
La historia a la que se refieren ocurrió meses antes del asesinato de Buendía, autor de la entonces columna política más influyente, Red Privada. Zorrilla, por orden de Manuel Bartlett, amenazó a Julio Scherer García y Leñero para que un reportaje sobre cómo dos sobrinos del poderoso segundo al mando en el país habían sido “rescatados” de una comuna religiosa en Venezuela con uso ilegal de cuerpos de seguridad tanto del Estado Mexicano como del país sudamericano. Ellos, que habían dado su testimonio, acusaron que su tío los sacó con violencia del sitio en el que se encontraban por voluntad.
En su libro El Yo prohibido (Proceso, 2021), el reportero Elías Chávez narró parte de ese momento, en un episodio de censura al que Leñero posteriormente llamó “la parábola del vaso vacío”:
“Para cumplir la orden de Bartlett, Zorrilla habla primeramente con don Julio. No logra intimidarlo. Luego habla con Vicente Leñero. Durante la reunión con el subdirector de Proceso, Zorrilla empuja lentamente un vaso con refresco hacia la orilla de la mesa de la sala de juntas del semanario, y le dice a Vicente:
“¿Sabes qué es lo que les pasa a ustedes? Son como este vaso: caminan rectos, rectos, pero no se dan cuenta que la realidad se tuerce, como la mesa… ¿y qué pasa?
“En este momento está en el límite. Zorrilla lo empuja. El vaso cae y se destroza. Nuevamente Zorrilla pregunta a Leñero: “¿Se da cuenta?… ¿Usted tiene cuatro hijas, verdad?… Cuatro hijas a las que quiere muchísimo… No deje que les pase nada, señor Leñero”.
“Así, Zorrilla cumple la orden de Bartlett: su amenaza triunfa: impone la censura…”.
Entre los detalles del reportaje estaba cómo el entonces segundo al mando en el país ordenó el ingreso clandestino de policías mexicanos al país sudamericano; además de la operación conjunta con la corporación venezolana. Allanaron el lugar con violencia y los deportaron en un avión de Aeroméxico. La deportación supervisada por un funcionario de la embajada mexicana en Venezuela.
En su libro Los Presidentes, Julio Scherer García también narra la amenaza que le hizo Zorrilla si publicaba el reportaje: “Te puedes arrepentir, arrieros somos y en el camino andamos. Hoy por mí, mañana por ti. Por tu bien te lo digo, pero te lo digo una vez, ahora”.
Scherer escribió: “Si Bartlett movió recursos de dos gobiernos, a las policías de dos estados, a las autoridades migratorias de dos países, a una embajada y a una línea aérea y los hizo actuar fuera de la ley y de la razón para resolver un asunto familiar, ¿qué no hará cuando se tratara de asuntos graves? Ese era para mí el problema”.
BARTLETT, EL “CONSERVADOR” PREFERIDO DEL SISTEMA
Entre los archivos desclasificados de la CIA está un artículo, Mexico’s Nexts President (El siguiente presidente de México), publicado en el Washington Post el 24 de mayo de 1987, el cual dice que a un año de las elecciones de 1988 –en las que se otorgó el triunfo a Carlos Salinas tras la “caída del sistema”, cuando los comicios eran organizados por la secretaría de Gobernación, a cargo de Bartlett–, el actual titular de la CFE era una de las opciones más viables del presidente Miguel de la Madrid para sucederlo.
El artículo firmado por Jack Anderson y Dale Van Atta, en el que los autores citan a fuentes de inteligencia y la política en México y EU, dice que, siempre que no se saliera de la línea de bendición de De la Madrid, Bartlett tenía posibilidades de ser el candidato debido a dos factores: Primero, “como funcionario que dirigió todas las elecciones –limpias o fraudulentas– desde 1981, Bartlett cuenta con el apoyo de muchos funcionarios del PRI, el partido político dominante. En pocas palabras, le deben sus trabajos”.
Miguel de la Madrid Hurtado y Manuel Bartlett Díaz. (Archivo)
“La segunda razón es el uso que Bartlett ha hecho de su propia base de poder institucional. Los expertos nos dicen que ha acumulado enormes archivos confidenciales sobre líderes del partido y cualquier otra persona con influencia política en México”.
La CIA definía al actual director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como un “poderoso Ministro del Interior” con injerencia no sólo en las áreas a su cargo, como la DFS, sino también en las designaciones del PRI. Un reporte del 28 de febrero de 1984 cita una rivalidad con el presidente del partido, Adolfo Lugo, en un periodo en el que debatían sobre cómo mejorar la imagen priista previo a las elecciones legislativas de 1985, debido a la caída de los niveles de vida ocasionados “por la profunda recesión de México”.
El último informe disponible (CIA-RDP98-01394R000200010003-4) es de junio de 1987 y refiere que Bartlett era uno de los tres miembros del gabinete en el que podría recaer la nominación del PRI –los otros dos eran Alfredo del Mazo, secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, y Carlos Salinas, secretario de Programación y Presupuesto, finalmente designado–. A Bartlett lo describió como el “más conservador, incluso que De la Madrid”; no obstante, anticipó que con ninguno de los tres habría “nuevos caminos en el frente político, a menos que se desarrolle una crisis”.
Con los mandos de Zorrilla y Bartlett, la DFS continuó el espionaje a objetivos del sistema, entre ellos el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también la desaparición y reprimenda a movimientos sociales, hasta que fue disuelta en 1985 tras evidenciarse sus relaciones con el crimen organizado, aunque para dar paso a la Centro de Investigación y Seguridad Nacional, a su vez precursor del Centro Nacional de Inteligencia, a partir del gobierno de López Obrador.
Para el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, la “desaparición” de los archivos de Zorrilla, Bartlett y otros políticos trascendentes en la vida pública del país “apuntan a la hipótesis de que parte del material que ya no se encuentra es aquel que puede inculpar a los agentes, miembros del gobierno y privados, en algunas violaciones graves a los derechos humanos, así como otro tipo de delitos”.
Lo anterior, ya que “se trata de documentación de personal que permitiría identificar a los agentes” implicados en hechos graves “o sus allegados”.
Por Áxel Chávez
@axelchl