El partido de López Obrador convoca a un congreso en septiembre para renovar la estructura. “Que nuestro movimiento esté fuerte y organizado para la batalla de 2024″, proclama Mario Delgado
Ya no hay tapado, al menos aparentemente. El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha sacado este domingo a la luz del sol a sus principales aspirantes para relevar al presidente, Andrés Manuel López Obrador, en las presidenciales de 2024. Era la fotografía que todos esperaban: los precandidatos juntos. La puesta en escena de la salida a la carrera ha reunido a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López en Toluca. Se buscaba con ello un mensaje inequívoco de unidad, algo arduo dado que la sucesión se ha adelantado cuando tradicionalmente la pelea comenzaba más tarde, aproximadamente un año antes de las elecciones. La ausencia de otro dirigente destacado entre los favoritos, Ricardo Monreal, confirma las fricciones que ya se palpan en la formación: el jefe de la Junta de Coordinación Política del Senado se ha quejado repetidamente de obstáculos internos para competir en la sucesión.
En un acto político inédito, la dirección nacional del partido ha querido escenificar un apoyo sin fisuras al mandatario e intentar demostrar que, por encima de los intereses personales de los candidatos, debe prevalecer la armonía de la formación. El mitin, celebrado en Toluca, capital del Estado de México y un lugar especialmente simbólico por las elecciones a gobernador que se realizarán en 2023, ha sido una pequeña catarsis que, tras meses de interpretaciones de gestos, ha dejado una imagen que habla de quién es quién en la Cuarta Transformación y su ambición de estar en la primera línea.
El mensaje ha sido unánime, con una letra casi idéntica para una melodía muy parecida. Ni la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ni el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, o el de Gobernación, Adán Augusto López, se han referido abiertamente a sus planes, aunque sí a la meta de las presidenciales. Su llamamiento a la cohesión ha sido inequívoco, pero también lo es el lugar que ocupan al haber sido colocados por el propio López Obrador a la cabeza del proceso de sucesión: la famosa carrera de corcholatas.
“Ahora es el tiempo de la unidad, es el tiempo de la transformación del país y eso solo sucede si vamos todos juntos”, ha resumido el secretario de Gobernación, hombre de máxima confianza y fiel operador del mandatario. “Vamos a vencer si seguimos adelante, si no nos dividimos y si no nos confundimos, vamos a vencer en el Estado de México, vamos a Vencer en Coahuila y vamos a vencer en 2024”, ha enfatizado el canciller, el primero en abandonar el escenario al final del acto. “Estamos más unidos que nunca, nada personal está por encima de los intereses sagrados del pueblo de México”, ha resaltado la regidora de la capital.
Los cientos de simpatizantes, movilizados desde varios Estados, que abarrotaban la explanada del Teatro Morelos han asistido a un banderazo de salida que rompe la tradición que en México mantuvieron por décadas el PRI y el PAN: el tapado, que finalmente era designado por el presidente para pasarle el testigo en la carrera presidencial. Su celebración responde al deseo de López Obrador de acabar con ese pasado para que el relevo se dé a la luz del sol, sin maniobras ocultas. “Ya no hay tapados”, lleva semanas repitiendo el presidente. Al menos las declaraciones de intenciones, ya que un análisis cada vez más extendido apunta a Adán Augusto López como favorito por cercanía y afinidad con el jefe del Ejecutivo. En el acto han ondeado multitud de banderolas en apoyo del exgobernador de Tabasco, pero también había un grupo especialmente entregado a aplaudir a Ebrard, y el camino de Ciudad de México a Toluca estaba jalonado de carteles a favor de Sheinbaum: “Claudia, te AMLO”.
Los militantes también se han adherido a la doctrina de la unidad, que desde el escenario han predicado también los gobernadores electos de Tamaulipas, Quintana Roo y Oaxaca. “Lo que queremos es que sea una jornada de unidad. Y al que salga elegido lo apoyaremos”, afirma Uriel Velasco, de Los Reyes de Acaquilpan, en el Estado de México. Sin embargo, como siempre sucede, si las presencias son elocuentes, también dicen mucho las ausencias. La más sonada fue la del jefe de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, que tuvo su propia agenda en la capital. El veterano dirigente de Morena, que ha anunciado abiertamente su intención de competir en una elección interna, lleva semanas quejándose de los equilibrios internos. “No hay reglas claras, no hay piso parejo, hay favoritismo, no están las condiciones en igualdad y eso genera inconformidad y fisuras dentro de Morena”, declaró a EL PAÍS hace dos semanas.
El malestar en las filas de la formación no es una novedad. El líder nacional de Morena, Mario Delgado, maestro de ceremonias del acto, ha anunciado la convocatoria de un congreso para septiembre. “Es momento de convocar a la reorganización interna, con el compromiso de la unidad por delante. Por eso les traigo hoy aquí una propuesta: que iniciemos los preparativos ya para tener asambleas distritales en el mes de julio y en agosto, y vayamos a un gran congreso nacional en septiembre. Que nuestro movimiento esté fuerte y esté organizado para la batalla de 2024″, ha afirmado.
El mandatario abrió oficialmente el baile del relevo el pasado lunes tras la estela de los resultados de las elecciones locales del día anterior. Su partido amplió su dominio territorial al ganar en Quintana Roo, Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas. Ahora, junto con sus aliados, controla 22 de los 32 Estados mexicanos. Eso significa más poder, incluida mayor capacidad para movilizar a los votantes. Cuando todavía faltan dos años para agotar el sexenio, no obstante, López Obrador pidió a los aspirantes que no se desvíen de su trabajo. “La única cosa es que no se distraigan de sus funciones”.
Ante los tropiezos de la alianza opositora y la falta de liderazgo claro, todos los focos se concentran en los precandidatos oficialistas. Los principales dirigentes determinados a competir ya han empezado, de facto, su campaña y hasta han aprovechado los mítines previos a las elecciones del domingo para fortalecer su perfil nacional. Sheinbaum y Ebrard son los dos nombres favoritos y encarnan, respectivamente, el espíritu puro y pragmático de la Cuarta Transformación.
Pese a las objeciones de un sector de la formación encabezado por Monreal y que ve arriesgado para la estabilidad de Morena emprender una sucesión adelantada, el presidente defiende este manejo de los tiempos. “Yo creo que es parte del cambio que no haya tapados, que se pueda transparentar todo y que sea el pueblo el que elija a los candidatos. Es que, de veras, es una herencia también de décadas. Esto empezó, lo del tapado, en 1880, cuando llega por primera vez Porfirio Díaz con la bandera de la no reelección”, comentó esta semana. Asegura que quien quiera puede sumarse al proceso interno, que se dirimirá a través de una encuesta entre los simpatizantes. En ningún caso, ha asegurado, con unas primarias. “Si se abre [la elección interna], se mete la mafia”.
Estudió Filosofía y Letras y en 2006 empezó a trabajar en EL PAÍS tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana. Actualmente trabaja en la redacción de Ciudad de México