TERRORISTAS DE ETA, SATÁNICOS, NARCOS… LA FRENÉTICA INVESTIGACIÓN DEL AVIONAZO DE MOURIÑO

Por: Admin

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Por primera vez EMEEQUIS hace público el expediente de la tragedia aérea en la que perdió la vida Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación de Felipe Calderón. La PGR revisó testimonios, conversaciones de pilotos, documentos confidenciales y denuncias que parecían ciencia ficción.

Por Laura Sánchez Ley

 

EMEEQUIS.– La amenaza llegó a la 1:15 de la tarde del 5 de noviembre de 2008, sólo unas horas después del accidente del día anterior: funcionarios de la PGR tendrían que gestionar el depósito de 250 mil dólares a una cuenta de banco aperturada en Inbursa. “En caso de que el dinero no sea devuelto a la cuenta en un plazo de 72 horas continuarán los atentados en contra de funcionarios y la población”.

El avión en el que viajaba el secretario de gobernación, Juan Camilo Mouriño, se había caído en Las Lomas, en la Ciudad de México, cuando cientos de capitalinos esperaban en el tráfico para ingresar a Periférico, una de las avenidas que conecta la ciudad con otros estados, y regresar a sus casas luego de una jornada laboral completa.

En el expediente de la PGR, se puede leer que supuestos integrantes de la organización terrorista vasca, Euskadi Ta Askatasuna (ETA) se adjudicaron el atentado por “presuntas infiltraciones de agentes de inteligencia (mexicanos) en la organización terrorista”. Esta denuncia se convertiría en una de las que el gobierno mandó investigar: y es que de hecho Mouriño había nacido en España y se había naturalizado mexicano.

Por primera vez EMEEQUIS hace público el expediente de las investigaciones que iniciara el gobierno mexicano, luego de que el secretario de gobernación panista Juan Camilo Mouriño falleciera cuando se desplomó su avión. Con él viajaban otras 8 personas, incluido José Luis Santiago Vasconcelos, exsubprocurador de la PGR.

Apertura de la investigación.

Acuerdos reparatorios entre Segob y las víctimas.

Carta de testigo desde el hospital.

En las más de 10 mil páginas de la investigación –que iniciara por órdenes del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa– se incluyen conversaciones entre pilotos, reportes de aeropuertos, informes de aeronáutica de Estados Unidos y México, pero también documentos catalogados como “confidenciales” y que dan cuenta que la PGR tuvo que descartar denuncias que apuntaban a grupos terroristas, organizaciones delictivas y hasta ocultistas satánicos involucrados en el accidente.

Estas líneas de investigación se iniciaron a pesar de que la versión oficial, desde el primer momento, fue que los indicios no apuntaban a un atentado. El accidente se dio en medio de un momento crítico para el país, por una guerra declarada contra el narcotráfico, en la que tanto Mouriño como Vasconcelos se habían convertido en los hombres fuertes del presidente.

Incluso dos meses antes de morir y durante su comparecencia ante el Congreso, Juan Camilo Mouriño aseguró que había una decisión firme de enfrentar a los narcotraficantes. Fue enfático en que se recuperaría la paz sin pactar con el narco. 

En cuanto a Santiago Vasconcelos, según el testimonio del propio Jesús “El Rey” Zambada, hermano de “El Mayo” Zambada, el Cártel de Sinaloa fraguó un plan fallido para asesinarlo en 2005, por su labor en contra de la delincuencia organizada.

 

Felipe Calderón en los peritajes en el lugar de los hechos y en el funeral de Mouriño. Fotos: Cuartoscuro.com.

LOS QUE CAYERON DEL CIELO

A las 18 horas con 40 minutos, María había salido de trabajar en el sector financiero ubicado en la Las Lomas, en la Ciudad de México. Se había subido a su pequeño Ford acompañada de una colega de trabajo a quien le dio un aventón. En la Ciudad de México el tráfico se tolera mejor en compañía. 

Esa tarde, como siempre, estaba atorada en el tráfico, frente a un Starbucks, avanzando a menos de 20 kilómetros por hora.

Ese 4 de noviembre todo pasó rápido: recuerda una explosión, o lo que creyó que fue una explosión, porque nunca había estado en una, y que le sonó más bien a un “bombazo”. También recuerda su vehículo empujado por una fuerza invisible parecida a la de un choque de alto impacto y la imagen del cofre y la defensa cubiertas de fuego. 

Aunque, de hecho, en lo que hizo énfasis, es que después del estruendo vino algo peor: el sonido del impacto en el toldo, en el cofre y en la cajuela de una lluvia de aceite mezclada con restos humanos en llamas. “Estaban prendidos”, dijo. Eran los restos de personas que cayeron del cielo.

Cuando logró bajar de su vehículo, María volteo atrás y como imagen bíblica vio camionetas en llamas, gente gritando, corriendo y los BMV que abundan en la zona incendiados.

María recuerda a un hombre, o lo que parecía un hombre ya sin forma, una bola de fuego que pasó a su lado corriendo y gritando “¡me duele, ayuda, me duele mucho me quemo!”.  Trató de alcanzarlo, corrió cinco metros y con otras personas logró aventarlo al pasto y rodarlo. Él se quedó ahí tendido. Ella no supo más.

En el expediente también pueden leerse cartas escritas a mano, rápidamente y desde los hospitales. “A las siete horas iba caminando sobre la calle Monte Pelvoux cuando ocurrió el accidente donde un avión cayó”. Cartas que parecen salidas de la ficción. 

Uno de los certificados médicos de personas que fallecieron.

Cheques que entregó Segob para deslindarse de responsabilidades.

También se pueden leer los reportes médicos, mayormente extraídos del hospital Español, ubicado en Polanco, que dan cuenta de lo que ocurría en los hospitales ese día que un avión cayó en hora pico en la Ciudad de México.

“Ingresó un paciente en ambulancia, lo extrajeron de su automóvil en llamas. Con 100 por ciento de superficie corporal quemada, solo se respetaron plantas de los pies. Tiene pérdida cutánea casi en su totalidad y lo que no es solo una costra”.

Ese 4 de noviembre 4 personas perdieron la vida y 14 personas sufrieron heridas y quemaduras mientras esperaban en el tráfico cuando cayó la aeronave. De hecho, en el expediente se pueden leer los acuerdos entre la Secretaría de Gobernación y los afectados, que alcanzaron montos de hasta 400 mil pesos para liberar a la dependencia de responsabilidades penales.

Según el primer dictamen de la Procuraduría capitalina, el valor de los daños que ocasionó el accidente fue de 2 millones 407 mil pesos por vidrios, letreros, canceles, entre otros. Mientras que el valor de los vehículos que estaban estacionados esperando en el tráfico fue de 1 millón 478 mil pesos.

Declaración de otro de los heridos desde el hospital.

 Denuncia de presunta participación de la ETA.

 

Dictamen de las pérdidas del accidente.

LAS DENUNCIAS

La primera en iniciar las investigaciones del caso fue la Procuraduría capitalina, por órdenes del entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrard; después pasó a manos de la Procuraduría General de la República. Son ellos quienes iniciaron las investigaciones, auxiliados por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para determinar las causas del accidente.

La PGR tuvo que investigar y descartar las denuncias que llegaron a sus instalaciones a lo largo de los días. De hecho una de las primeras descartadas fue la del grupo terrorista ETA.

Aunque con los días se presentaron otras denuncias que apuntaban al narcotráfico: como la llamada anónima que recibieron en el número de emergencias 089 del gobierno de San Luis Potosí, estado del que despegó el avión de Mouriño antes de colapsar y donde había acudido a la firma del Acuerdo Estatal de Seguridad.

En el expediente se lee que una mujer, que no reveló su identidad, aseguró que policías del estado, específicamente del sector Rioverde, se vendieron con Los Zetas para provocar el accidente en el que perdió la vida el secretario de Gobernación.

Los apodos de los policías eran el Chalo, el Tello y Valles y que a cada uno se les habría pagado 300 mil pesos para que proporcionarán toda la información acerca de la llegada del avión al aeropuerto y para que revelaran la agenda exacta.

En un reporte que envió el entonces secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública en San Luis Potosí a la PGR, de hecho reconocen que alguno de los policías mencionados por la denunciante habían sido señalado en narcomantas por brindar protección a narcotraficantes identificados con el Cártel de Sinaloa. Aunque aseguran que, en efecto, en la zona de Rioverde se había identificado la operación de Los Zetas.

Sin embargo, el gobierno de San Luis Potosí desestimó esta denuncia y aseguró que consideraban que la llamada debía tomarse con reserva, ya que, por ejemplo, la agenda de trabajo de Mouriño se manejó con total hermetismo. 

Otra denuncia que la PGR tuvo que descartar, incluso utilizando peritos en psicología, fue la que presentó un hombre, del cual se reserva su identidad, donde le endilga la responsabilidad “del atentado” a un individuo ligado al sector aeronáutico.

Supuestamente el atentado habría estado ligado a este hombre que aplicaba “siniestramente” métodos de hipnotismo y satanismo. El oficio 531/2020 con fecha del 5 de febrero de ese año, el Ministerio Público solicitó peritos en materia de psicología para analizar esta denuncia.

Fue así que determinaron que el hombre tenía delirios de persecución y probable trastorno paranoide. Evidentemente esta denuncia también se desestimó, sin embargo, la PGR estuvo recibiendo durante años este tipo de denuncias que fueron investigadas y desechadas.

Informe médico de alguien con quemaduras en todo el cuerpo.

Llamada anónima de supuestos Zetas.

Última conversación de los pilotos.

EL REPORTE OFICIAL

La aeronave Learjet 45 de la Secretaría de Gobernación cayó entre las calles Monte Pelvoux y Ferrocarril de Cuernavaca a las 18:46 horas, tan sólo a unos minutos de aterrizar en la Ciudad de México proveniente de San Luis Potosí.

La aeronave quedó totalmente destruida por el impacto y el fuego; quedó fragmentada en un radio de 100 metros cuadrados. El reporte final de la SCT determinó que no hubo ningún atentado y se encontraron deficiencias e irregularidades en el proceso de obtención de los certificados de capacidad del Learjet en ambos pilotos.

Además que se observaron omisiones en la aplicación de algunos procedimientos y estándares por parte del controlador de tránsito aéreo del Servicio de aproximación radar México en el Aeropuerto de la ciudad de México.

Y lo definitivo: el avión estuvo colocado en una posición muy vulnerable respecto a la turbulencia de estela de una aeronave pesada procedente de Argentina. Con estos argumentos, finalmente Felipe Calderón cerró definitivamente la investigación sin ningún culpable. 

 

@LauraSanchezLey