A menudo he escuchado que es imposible que exista la amistad entre un hombre y una mujer.
Durante mucho tiempo lo pensé y sostuve debates que terminaban en discusiones en donde por supuesto salía victorioso. Y es que en mi mente no tenia sentido salir o tomar café de manera desinteresada sin que hubiera un buen negocio o una buena cama.
El tiempo me ha puesto en mi lugar y abofeteado.
Hoy gozo de la amistad, no de muchas, pero si de algunas que valen la pena. Hay quienes no me creen y piensan que siempre tengo un fin diferente al de la amistad.
No sé ni como fue o que paso, lo cierto es que un día empecé a gozar de la amistad y compañía femenina. Y ahora hay mujeres (son contadas) en mi vida de quienes su amistad me resulta imprescindible.
No ha sido fácil porque varias de ellas son extremadamente guapas y separar la amistad del deseo es una lucha entre Dios y el Diablo.
Lo confieso, casi siempre gana Dios, pero un par de veces ha ganado el diablo -pero esa es otra historia-
Para ellas tampoco es fácil. Pues cuando no buscan sexo tienen que buscar la forma de batear al acosador en turno, que muchas veces se ofende si es rechazado.
De pronto me pongo en el lugar de mis amigas y pienso lo que muchas de ellas piensan de los hombres: Habemos muchos patanes, vividores, misóginos, desobligados, golpeadores y varios son homosexuales de closet que fingen ser machos alfa.
Si usted no ha gozado en su vida de la verdadera amistad femenina, por sentirse un chingón ‘Todas mías’, inténtelo, no sabe lo que se pierde.
