La inminente decisión de Movimiento Ciudadano sobre si se sumará al Frente Amplio por México no tiene precedente en el país. Existe, sin embargo, un paralelo internacional reciente cuyo análisis pudiera ser útil para guiar la decisión de sus militantes. Al resto de los mexicanos pudiera ayudarnos a prever las posibles consecuencias del camino que escojan.
La identidad del partido se basaba, en buena medida, en lo que no era. Ciudadanos no quería ser más de lo mismo. Tenía una plataforma no sólo moderada, sino opuesta al exceso. Criticaba duramente la corrupción y la opacidad. Tenía líderes jóvenes, carismáticos, preparados y con visión internacional. Para muchos, su oferta era creíble y atractiva.
En las elecciones generales españolas de abril de 2019, inesperadamente, se convirtió en tercera fuerza. Sus 57 escaños eran sólo 9 menos que los del Partido Popular (PP) y hubieran alcanzado para gobernar en coalición con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Llegar a esta posición de fuerza, como fiel de la balanza, fue un logro notable. Fue también muy incómodo.
Ciudadanos no es Movimiento Ciudadano, España no es México, y un sistema parlamentario no funciona igual que uno presidencialista. Aun así, es importante conocer el final de la historia. El PSOE no logró cerrar un acuerdo con otras fuerzas políticas. El PP y Ciudadanos no le permitieron formar gobierno de minoría. Por ley, se convocó a nuevas elecciones generales.
Las votaciones de noviembre de 2019, tan esperadas por Ciudadanos, le resultaron un desastre. Pese a sus muchas virtudes, obtuvo sólo diez escaños. El liderazgo culpó el colapso a un breve intento en la precampaña por construir un acuerdo con el PSOE, lo que después pensaron que sembró dudas entre los votantes. Es claro, sin embargo, que existieron otros problemas. Los resultados locales que vinieron después fueron peores. El partido ni siquiera se presentó a las elecciones generales de julio de 2023.
¿Qué pasó, mientras tanto, en el sistema político español? Mucho, y a la vez poco. El PP tiene hoy la mayor bancada, insuficiente para formar gobierno. Le sigue el PSOE. El centro no existe. En la izquierda, Unidas Podemos subió y después bajó. Y a la derecha, Vox. Los nacionalistas mantienen sus cotos. Tras años de esfuerzo de personas talentosas y comprometidas, no llegó el fin del bipartidismo. Tampoco se generó una nueva manera de hacer política.
¿Qué espera el electorado de quien dice no ser más de lo mismo? ¿Se puede hablar de grandes cambios mientras se apuesta a la continuidad de corto plazo? ¿Cómo se construye un centro político democrático? Son preguntas difíciles. Los mexicanos daremos respuesta en las urnas.
Algunos señalarán que el pasado no es destino. Otros, que nadie aprende en cabeza ajena. De cualquier manera, no sobra poner este caso sobre la mesa mientras algunos mexicanos contemplan una decisión que tendrá un gran impacto en su grupo político, y posiblemente en toda la sociedad.
El autor es consultor internacional.
Damián Martínez Tagüeña EN REFORMA
@DMartinezT