Luego de que fuera inhabilitado para ejercer cualquier cargo público por 10 años, la UIF de Santiago Nieto desempolvó una línea de investigación que ubica a Alfredo Castillo como pasador de dinero del crimen organizado a las campañas del PRI en 2015.
EMEEQUIS.– El excomisionado para pacificar a Michoacán durante la revuelta de las autodefensas en 2014, Alfredo Castillo Cervantes, se hizo millonario durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Ahora el gobierno federal sigue una delicada línea de investigación que apunta a que habría recibido dinero de grupos criminales. Por lo pronto, se sabe que varios millones sin justificar aparecieron en sus cuentas bancarias, mientras que otro tanto habría servido para financiar campañas del PRI.
Así lo establece un expediente que reposa en la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda –comandada por Santiago Nieto Castillo–, que se desempolvó tras el anuncio de la Secretaría de la Función Pública (SFP) sobre la inhabilitación durante 10 años de cualquier cargo en la administración pública para el exprocurador mexiquense y amigo cercano del expresidente.
La sanción es consecuencia del hallazgo de una fortuna que acumuló Alfredo Castillo de cerca de 18 millones de pesos, casi un millón de dólares, y que ocultó a las autoridades mexicanas.
Los investigadores que responden al mando del titular de la UIF, Santiago Nieto, apuntan a que esos millones provienen de dos momentos en la carrera del abogado mexiquense de 45 años: principalmente los acumuló mientras era el enviado del gobierno federal para aplacar la violencia en Michoacán y, luego, con menos intensidad, como titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), entre 2015 y 2018.
Una de las hipótesis en torno a Alfredo Castillo, apodado en su círculo como “El Virrey”, por su estilo de vida fastuoso, que contrastaba con su salario como servidor público, es que habría recibido dinero sucio del grupo criminal “Los Viagras”, mediante transferencias electrónicas y depósitos a cuentas bancarias que están detalladas en mapas creados por la UIF.
MILLONES PARA EL TRICOLOR
A cambio de ese dinero, el exfuncionario del “peñanietismo” presuntamente fortaleció a esas falsas autodefensas lideradas por los hermanos mafiosos Sierra Santana, quienes querían quedarse con el poder criminal que alcanzaron los cárteles La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios.
Para lograrlo, Alfredo Castillo les habría facilitado armamento, inmuebles y hasta la entrega de objetos decomisados al capo Servando Gómez “La Tuta”, así como uniformes oficiales y sueldo con cargo al erario cuando los regularizó bajo la corporación Fuerza Rural Michoacán, que arrancó en los municipios de Tepalcatepec y Buenavista, bastión de los Sierra Santana.
Hoy, el gobierno mexicano reconoce a los hermanos Sierra Santana, y sus cómplices, no como agricultores preocupados por la seguridad del estado, sino como extorsionadores y narcotraficantes que se encumbraron en Michoacán a cañonazos de billetes, según la investigación federal.
Ese mismo expediente acusa que “El Virrey” realizó, al menos, tres transferencias electrónicas por un monto cercano a los 3 millones de pesos, entre 2014 y 2015, que pasaron por un complejo esquema de empresas opacas y que terminaron en las arcas del PRI.
LA ELECCIÓN SE GANA A BILLETAZOS
La hipótesis que se ha trazado en el búnker de la UIF, ubicado en Avenida Constituyentes, al poniente de la capital, es que, a cambio de que se le permitiera a Alfredo Castillo recibir dinero por parte de falsas autodefensas, él debía aportar a las campañas electorales del priísmo en los comicios intermedios del 2015.
Esa investigación señala una posible motivación: en aquel año, el entonces presidente Enrique Peña Nieto había alcanzado un nuevo mínimo histórico en su popularidad con el 72% de los mexicanos insatisfechos con su gestión del país, según una encuesta del Pew Research Center.
Mientras su popularidad caía, se elevaba la del entonces líder opositor Andrés Manuel López Obrador, quien recorría el país para promover a su nuevo partido político, Morena, que debutaría en las elecciones federales ese mismo 2015 y que ya lucía como el favorito para ganar los comicios presidenciales de 2018.
El PRI, y el entonces presidente Enrique Peña Nieto, necesitaban inyectar fuertes cantidades de dinero a las campañas de sus candidatos para mantener a flote a un gobierno que terminaría con apenas 21% de popularidad, de acuerdo con las mediciones del diario Reforma.
“El Virrey”, y el dinero que pudiera obtener del caos en Michoacán, y sus autodefensas, eran claves para esa operación política-electoral.
EL HOMBRE COMODÍN
Su cercanía con el entonces presidente lo hacía el hombre ideal para ese trabajo, que requería discreción y movimientos rápidos en las sombras. No sería la primera vez que bajaba al drenaje de la política para ayudar a su paisano Enrique Peña Nieto, a quien le llamaba efusivamente “mi líder”.
En 2010, tras un desastroso manejo del llamado Caso Paulette –la historia de una niña con discapacidad de cuatro años desaparecida en un lujoso residencial de Huixquilucan, Estado de México, y cuyo cuerpo fue hallado inexplicablemente nueve días después en su propia cama– Alfredo Castillo asumió el cargo de procurador estatal que tenía Alberto Bazbaz por órdenes de su amigo, el entonces gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto.
A partir de ahí, Enrique Peña Nieto lo hizo parte de su equipo cercano que lo siguió hasta la Presidencia de la República. Si se requería apagar una controversia en el gobierno, el nombre de Alfredo Castillo surgía como un comodín que todo decía arreglar.
Cuando Humberto Benítez Treviño renunció a la titularidad de la Procuraduría Federal del Consumidor, en 2013, por un escándalo de influyentismo que protagonizó su hija a inicios del nuevo sexenio, Alfredo Castillo tomó el puesto.
Cuando una insurrección civil y armada se levantó en Michoacán en respuesta a la impunidad con la que se movían los cárteles de la droga, y el gobierno estatal lucía rebasado por la presencia de las autodefensas, Alfredo Castillo fue enviado como pacificador.
Cuando México corría el riesgo de hacer el ridículo en los Juegos Olímpicos 2016 en Río de Janeiro, Brasil, y no había una estrategia ganadora para que los deportistas nacionales trajeran al país una cantidad aceptable de medallas, Alfredo Castillo fue nombrado titular de la Conade.
Ahora no podrá ser comodín de nadie, al menos hasta 2031. La SFP lo acusó de “faltar a la verdad” en sus declaraciones patrimoniales del 2014 al 2016 y omitir seis cuentas bancarias a su nombre y al de su esposa.
Conocido por sus dotes de espía y su capacidad para intervenir teléfonos y casas de adversarios políticos, activistas y periodistas, Alfredo Castillo ahora es un detective acechado por un expediente que lo ubica como pasador de dinero del crimen organizado.
La inhabilitación contra Alfredo Castillo le ha sacudido el polvo a esa carpeta. El caso sigue abierto y ese 2021 podría ser el año en que “El Virrey” vea el resquebrajamiento de su corona.
@emeequis