EMEEQUIS.– La “burocracia dorada” que tanto ha criticado el presidente Andrés Manuel López Obrador brilla en una de las Secretarías de Estado que más sufre por los recortes presupuestales durante la pandemia… pero brilla su presencia, no por su ausencia.
Se trata de la Administración del Patrimonio de la Beneficencia Pública (APBP), una institución poco conocida dentro de la Secretaría de Salud, cuya labor es administrar la caridad que se reparte entre los más pobres del país. A pesar de su vocación altruista, el salario de apenas 10 funcionarios resplandece como oro, ya que cuestan al erario poco más de medio millón de pesos cada mes: 554 mil 580 pesos.
Es decir, el organismo de la Secretaría de Salud cuya misión es “administrar el patrimonio de la beneficencia pública con austeridad republicana” gasta 6 millones 654 mil pesos anualmente en un puñado de “sueldazos” para sus altos funcionarios.
NI RASTRO DE SUS ACTIVIDADES
Por ejemplo, el director de la APBP, Leonardo Alfonso Verduzco, tiene un sueldo –bruto– de 136 mil 745 pesos mensuales, mientras que su mano derecha, el director jurídico, José Andrés Pérez, gana 81 mil 034 pesos.
Los otros dos directores de la APBP tienen un sueldo, cada uno, de 72 mil 171 pesos mensuales. Y cada uno de los cinco subdirectores recibe mensualmente 38 mil 492 pesos.
¿Sus acciones altruistas valen esos salarios? Parece que no, pues en la página oficial de la APBP, alojada en los servidores de la Secretaría de Salud que dirige Jorge Alcocer, no hay rastro de sus actividades: en el apartado “Agenda Pública” no hay datos, como tampoco en el apartado “Blog” o “Álbum de fotos”.
La APBP tampoco reporta un solo comunicado de prensa, un boletín o una entrevista. Y el último archivo subido en el apartado “Documentos”, así como en “Acciones y Programas”, data del año pasado.
Sucede lo mismo si se busca en Google el nombre del director Leonardo Alfonso Verduzco para saber qué ha hecho durante la crisis sanitaria causada por el nuevo coronavirus: la única noticia de este año es del 14 de marzo –tres días después de que la Organización Mundial declaró a la Covid-19 como pandemia–, cuando el titular de la APBP viajó a Tlaxcala, pero no a entregar recursos para atender la salud de los más vulnerables, sino a un encuentro entre colegas.
En la página gubernamental, o en el buscador más popular de Internet, es imposible encontrar un solo renglón oficial sobre el trabajo de la APBP federal en el 2020, el año de la pandemia en que millones de mexicanos en pobreza extrema necesitan de su ayuda.
REDES SOCIALES MUDAS
En redes sociales tampoco hay rastro de su trabajo: su cuenta de Twitter, @PBPSALUD, solo da retuits a la cuenta oficial de la Secretaría de Salud y publica mensajes genéricos como “Por tu esfuerzo, dedicación y compromiso, ¡muchas gracias! #QuédateEnCasa”, pero no hay informes sobre sus labores.
Tampoco hay evidencia de su trabajo en los últimos meses en su perfil de Facebook, solo publicaciones compartidas de la Secretaría de Salud e ilustraciones sacadas de otras dependencias de gobierno.
EMEEQUIS buscó por teléfono, y en sus oficinas, a personal de la APBP para cuestionarlos sobre sus brillante sueldos y opacas actividades, pero nadie contestó el llamado; en sus instalaciones dijeron que tomarían recados y después se pondrían en contacto, lo que nunca sucedió.
Los “sueldazos” de la “burocracia dorada” de la APBP se han pagado puntualmente en un año en que la Secretaría de Salud ha tenido que hacer ajustes mayores a su presupuesto para hacer frente al coronavirus, que hasta este lunes 26 de junio ha provocado la muerte de, al menos, 27 mil 121 mexicanos en el país.
Desde que comenzó la pandemia, decenas de miles de médicos han protestado por todo el país porque el presupuesto que ejerce la Secretaría de Salud federal no resuelve sus necesidades básicas: de Baja California a Chiapas se han registrado manifestaciones e, incluso, amagos de huelgas, porque los insumos necesarios no están llegando a quienes pelean contra la nueva enfermedad.
Por lo menos 20 mil 217 médicos, doctoras, enfermeras, paramédicos, han contraído el virus, mientras que otros compañeros han denunciado que trabajan con medicamentos caducos, se protegen con batas casi transparentes, usan guantes viejos que se rompen al colocarlos, laboran con cubrebocas baratos que incumplen con los estándares mínimos de calidad y deben ingeniárselas con otros insumos precarios. Como resultado de esas carencias, al menos, 271 profesionales de la salud han fallecido de acuerdo con la última actualización de SSA (2 de junio).
SE SIRVEN CON LA CUCHARA GRANDE
La molestia entre la comunidad médica ha generado que este 1 de julio se tenga prevista una manifestación frente a la sede de la Secretaría de Salud federal; la convocatoria ha salido de la Unión de Trabajadores por la Salud, que demanda la compra de más y mejores insumos médicos y una lista confiable con los nombres de todos los profesionales de la salud que han adquirido el virus.
“No nos interesan los bonos, las letras de oro, los aplausos o los reconocimientos; queremos trabajar con seguridad, eso es lo que nos importa”, aseguró Rafael Soto, vocero de la Unión de Trabajadores por la Salud, en una conferencia de prensa la semana pasada. “Ya no queremos seguir laborando bajo la lógica de que ‘trabajas con lo que tienes y te callas o te vas’”.
Mientras los médicos arriesgan la vida con insumos precarios, millones salen del presupuesto de la Secretaría de Salud para mantener una “burocracia dorada” que dice defender a los más pobres de país, pero que lo único que se ve es que se sirven del erario con la cuchara grande.
@oscarbalmen