En un intento por mitigar la violencia en Guerrero, obispos y sacerdotes prominentes decidieron entablar conversaciones con líderes del narcotráfico en la región.
El objetivo era alcanzar una tregua que garantizara la seguridad de la población especialmente en áreas como Chilpancingo, epicentro de la violencia en el estado.
Esta negociación por parte de los obispos con el fin de pactar una tregua en Chilpancingo es respaldada y avalada por presidente Andrés Manuel López Obrador.
En una conferencia desde Acapulco, Guerrero, el mandatario expresó su apoyo a las iniciativas que contribuyan a la pacificación del país, aunque subrayó que la responsabilidad principal recae en el Estado.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los religiosos, las conversaciones no lograron alcanzar un acuerdo general para toda la entidad.
Sólo lograron un acuerdo para cesar ataques en Chilpancingo y respetar por el control de las rutas de transporte público.
El obispo José de Jesús Gonzáles pidió al gobierno estatal y federal mediar para frenar la violencia porque tienen el poder y los recursos.
Las autoridades locales y federales han sido presionadas a mediar en este conflicto y utilizar todos los recursos disponibles para evitar una escalada de violencia.
Los obispos expresaron su preocupación por la seguridad de los candidatos y llamaron a las autoridades a tomar medidas efectivas para garantizar unas elecciones pacíficas.
La situación en Guerrero refleja una riña de relaciones entre la clase política y el crimen organizado en México.
La corrupción y la impunidad han prevalecido en diversas esferas de la sociedad, dificultando los esfuerzos por establecer un estado de derecho efectivo.
La sociedad civil y las instituciones religiosas han asumido un papel activo en la búsqueda de soluciones a la violencia.