Desde la mañana un terremoto sacude al entorno de Enrique Peña Nieto. Contra todo pronóstico, Emilio Lozoya aceptó su extradición a México en el marco del expediente por presunta corrupción en los negocios de Odebrecht y Agro Nitrogenados. En el círculo del ex mandatario (que en este momento se encuentra en Madrid) aseguran que el ex director de Pemex no declarará sobre Luis Videgaray sino sobre Erwin Lino, quien fuera el secretario particular de Peña nieto durante su sexenio en Los Pinos.
El giro en los acontecimientos sorprendió porque Lozoya venía comunicando a su entorno que la jugada primordial era resistir la extradición y conseguir una prisión domiciliaria en España. El mismo sendero que el dueño de AHMSA, Alonso Ancira.
Lozoya le atribuirá varias de sus decisiones en Pemex a las supuestas presiones provenientes de Lino con quien, por cierto, tenían una relación explosiva cuando coexistieron en la administración.
La presencia de Lino en el affaire Odebrecht es bien conocida al interior del PRI y por eso durante los meses que Claudia Ruiz Massieu dirigió al tricolor, una de sus primeras acciones fue removerlo del Consejo Político. Pesó en este sentido Jorge Márquez, hombre de todas las confianzas del senador Miguel Ángel Osorio Chong, ya desde los tiempos en Bucareli.
Meses atrás, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, ONG que controla Claudio X. González, reveló que en la trama de presuntos pagos de sobornos de Odebrecht en México había un destinatario con el mote de “Latino” y que recibió cinco millones de dólares. Fuentes de la Fiscalía General alegan que existe una conexión entre ese receptor misterioso y el particular de Peña Nieto.
La llegada de Lozoya también descoloca al núcleo del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador porque va a poner a prueba los acuerdos generados en la transición presidencial. Solo por mencionar un ejemplo: Videgeray, desde su retiro académico en EU, sigue colaborando tanto con la Cancillería de Marcelo Ebrard como con la embajada en Washington.