Dice llamarse Jorge Negrete y es consumidor de activo. Foto: Miguel Ángel Teposteco Rodríguez.
Thinner, aguarrás, gasolina o el más popular, que es el tolueno, o lo que se conoce en las calles como “activo”, afectan directamente el cerebro y sus daños son irreversibles. Los cárteles lo evitan porque no es negocio por su bajo precio. La población marginada es la que más acude a ellos. Su uso continuo es una sentencia de muerte.
EMEEQUIS.– Para entrevistarlo, te pide que desayunes con él.
El platillo es un huevo crudo. Te lo da. Hay que golpear el cascarón contra la banqueta y echar un trago, pero un trago de verdad, porque él te está observando. Luego, hay que arrojar la cáscara al piso. Queda un poco de yema desparramada en el pavimento.
Dice llamarse Jorge Negrete, como el cantante, el del Cine de Oro Mexicano. Actualmente, se dedica a las mudanzas. Pero la actividad que lo divierte es consumir solventes. “Compro la mona de activo de donde sea. Porque una mona de activo es lo mejor”.
La sustancia le hace revivir a los muertos. Lo hace sentir que está con “Bárbara Guadarrama, que murió de leucemia. Ella fue mi amor de toda la vida. Y en una semana estaba yo en cama, casi convaleciente, ¿por qué? Estaba llore y llore por mi novia, Bárbara Guadarrama. Murió de leucemia cuando yo tenía 14 años de edad”. Dice que ella tenía 16.
Según recuerda, consume mona desde los 9 años. “Tengo 51 años, voy para 52”. La mona la consigue fácil, en cualquier “hojalatería”. Puede comprarse la de 40 pesos, pero mejor la de 25, porque así no la tiene para compartir. “Me moneo bien feo y pienso en Olga Breeskin”.
Olga Breeskin, la violinista y actriz.
Sus ideas no emergen con fluidez, son erráticas. Cuenta que la gente no le dice nada sobre su adicción “porque yo nunca falto al respeto”. Aunque no todo es bueno durante sus “viajes”. Explica que “se emputa”, a veces, cuando alucina, porque se acuerda de Olivia, la expareja de su primo. “Una mujer bien hermosa, que mi primo Adolfo dejó”.
Debajo de su manga izquierda, tiene el tatuaje decolorado de una mujer, mal dibujada, con una pluma en la cabeza y cruzada por las venas de Jorge. Una imagen manchada por cicatrices, tal vez quemaduras. Pide 10 pesos para poder mostrarla. Que no lo toques, porque se enoja.
EL SOLVENTE, LA DROGA DE LA MARGINACIÓN Y LA JUVENTUD
En México, el consumo de drogas se adapta a cada estrato social. Las drogas de las zonas marginadas son los solventes, a decir de especialistas. Este es un problema encarnado en poblaciones juveniles, ya que 42.7% de los consumidores de inhalantes tienen entre 13 y 15 años, según datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Adicciones (2021).
Presume su tatuaje. Foto: Miguel Ángel Teposteco Rodríguez.
La mona entra por las narices y bocas de poblaciones en situación de calle, de jóvenes con trabajos de alto riesgo o de cualquier persona que quiere “anestesiarse” por el efecto químico, que causa daños neurológicos permanentes y con poco margen de recuperación, según expertas y expertos consultados por EMEEQUIS. Un estudio publicado por The Lancet apunta que los solventes pueden representar más daños físicos, de dependencia y sociales que el LSD y el éxtasis.
El National Institute on Drug Abuse explica que “Los inhalantes son sustancias volátiles que producen vapores químicos que se pueden inhalar para provocar efectos psicoactivos o de alteración mental”. Esta institución señala que estas sustancias químicas pueden producir euforia rápida que se parece a la intoxicación alcohólica, “con una excitación inicial, seguida por somnolencia, desinhibición, aturdimiento y agitación.
Según la Dirección General de Información de Salud (DGIS), de 2010 a 2019, los inhalables (que incluyen solventes) fueron las drogas relacionadas con la mayor cantidad de muertes en el país. Superando incluso a los opiáceos, la cocaína y otro tipo de estimulantes. Para las mujeres, los inhalables son la segunda causa de muerte asociada a drogas (15.7%). Los estados que más consumen son Ciudad de México (27%), el Estado de México (26.1%) y Tlaxcala (25%).
SOLVENTES, LA DROGA BARATA SIN CÁRTEL
Laura Alor, perita en psicología criminal y forense del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, explica que el consumo de solventes es común en perfiles delincuenciales con historias de vida donde hubo “violencia, maltrato, negligencia”. En chicos en “situación de calle (han sufrido) violaciones, (están en la) prostitución, en condiciones de vida muy adversas”.
Tienen la piel amarilla, son pálidos y flacos. Así los describe Alor. “Van perdiendo facultades (mentales), de inteligencia, de lenguaje, ya no controlan impulsos”. “(El activo) da la sensación de relajación, de no contacto con la realidad, es como no percibir el medio ambiente”.
Para los jóvenes que la consumen, resulta un paliativo ante situaciones de hambre, “de mucho dolor físico: el solvente es un anestésico”. Ha visto esta adicción en adolescentes e incluso en niñas y niños de 9 o 10 años. Una parte del problema es que es de fácil acceso, ya que es muy barato o “se lo pueden robar”.
En cuanto a la esperanza de recuperación para quienes lo consumen, “el pronóstico es muy bajo; hay un daño cerebral orgánico irreversible”. Quedan comprometidas muchas áreas del cerebro: “No hay muchas oportunidades de reinserción social”.
Pero ¿por qué esta droga no le interesa a los cárteles? Alor, que ha tratado con personas pertenecientes al crimen organizado (incluyendo aquellas que trafican con sustancias ilícitas), detalla que los delincuentes están buscando “otro tipo de drogas”.
Al ser de bajo costo, no se compara a otras como las metanfetaminas que “son un gran negocio” y que han servido para amasar “enormes fortunas”.
El perito y psiquiatra, Gonzalo Alemán Cruz, reafirma que el daño que hacen los solventes es “terrible” ya que “ataca directamente al cerebro”, lo que provoca efectos característicos como “trastornos del equilibrio”. Los estragos de “la mona” varían, pero “en seis meses ya se le nota (a la persona); nada le importa, (solo) quiere estar sentado”.
Este tipo de droga afecta al cerebelo, “a la memoria y al lóbulo frontal, el que procesa las capacidades cognitivas”. Cruz coincide en que hay poco margen de recuperación, ya que es un “ataque directo al sistema central (nervioso), a las terminales”.
Para él, el problema no es tanto que esta droga sea de libre acceso, sino que su consumo es directamente proporcional a poblaciones marginadas. Son baratos los solventes “y se pueden compartir. Una botella que puede tener 500 mil sirve para toda la palomilla”.
“Como tráfico, no representa un negocio a la gente que lo vende”, ni siquiera para la gente que lo distribuye en tlapalerías o ferreterías.
Consumo de drogas por grupo de edad.
POCO ESTUDIADO EL POTENCIAL “EPIDEMIOLÓGICO”
El artículo “Volatile Solvents as Drugs of Abuse: Focus on the Cortico-Mesolimbic Circuitry”, de la National Library of Medicine de Estados Unidos, dice: “Si bien el uso de solventes ha sido reconocido como un problema potencial de drogas durante muchos años, la investigación sobre los sitios y mecanismos de acción de estos compuestos va retrasada al respecto de otras drogas”.
Se advierte que hay una “alta probabilidad de abuso debido a sus efectos selectivos en los nodos críticos del neurocircuito de la adicción”, por lo que se subraya la necesidad de más investigación sobre “cómo estos compuestos inducen adaptaciones en los circuitos neuronales que subyacen a la patología de la adicción”.
Este estudio sitúa a los “solventes volátiles” como “omnipresentes” en todo el mundo, sobre todo en naciones industrializadas, por lo que su demanda ha aumentado debido al “crecimiento de mercados emergentes en los países en desarrollo”.
En este panorama internacional, se señala que en la Ciudad de México, particularmente en niños de la calle, hay una “prevalencia del uso indebido de solventes volátiles”. “Los estudios epidemiológicos son claros y consistentes y muestran que el uso indebido internacional de solventes volátiles es un fenómeno global y se concentra en adolescentes”.
Incluso a nivel económico, la industria de los solventes contempla las afectaciones a la salud. El estudio “Mercado de disolventes de punto de ebullición especial: crecimiento, tendencias, impacto de COVID-19 y pronósticos (2022-2027)” de Mordor Intelligence, estima que en los próximos años, habrá obstáculos para “el crecimiento del mercado”, tales como las preocupaciones ambientales, “los problemas relacionados con la salud” y la seguridad y la creciente popularidad del agua como solvente.
EL DAÑO PARTICULAR A POBLACIONES CALLEJERAS
Todos los expertos consultados por EMEEQUIS coinciden en que este tipo de sustancias perjudican principalmente a las poblaciones callejeras. Luis Enrique Hernández, director de El Caracol A.C., organización que protege a este tipo de grupos, comenta que los más solicitados para el consumo son el thinner, aguarrás, gasolina “o el más popular, que es el tolueno, o lo que se conoce en las calles como ‘activo’, que es una sustancia que se utiliza para limpiar tubería de PVC o para pintar o despintar piel”.
En el caso social, el “estigma que tiene ser usuario o usuaria de solventes o inhalantes, el tema es brutal, porque los lleva a vivir grandes grados de descriminación. No hay muchos espacios de atención a nivel médico, cuando llegan a los hospitales no los quieren atender”.
“No hay protocolos para atender un daño por consumo”. El explica que al ser personas que tienen grados de desnutrición, “que tienen un daño físico por sobrevivir en las calles, el impacto puede ser mayor y a muy corto plazo. Tan es así que ubicamos que una persona usuaria de solventes puede tener una esperanza de vida de entre 25 y 30 años, o 10 o 15 años de consumo contínuo”.
Sin embargo, la sentencia de muerte puede aparecer mucho más rápido. “Puede agravarse si la persona consume día y noche”. Este daño está documentado. Solo se necesitan tres semanas, maratónicas, del activo ingresando al cuerpo para arriesgar la vida y, de un momento a otro, formar parte de la estadísticas de la muerte provocada por “la mona”, legal, barata, al alcance de jóvenes, niñas y niños en situación de marginalidad.
@Ciudadelblues