Ebrard, otra vez en 1994

Por: Admin

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Las señales que chocan de frente con sus aspiraciones. ¿La salida de Cancillería ya es una opción arriba de la mesa? Una mirada en el espejo de Camacho.

Por Andrés Wainstein

 

Son días de profunda reflexión para Marcelo Ebrard. Las señales que surgen desde el corazón de Palacio Nacional ponen en entredicho sus aspiraciones, o al menos el tránsito de ese sendero a través de Morena. El secretario más sólido y posiblemente mejor preparado de la 4T enfrenta agresiones cada vez menos sutiles, en una guerra proxy que toma cuerpo con el correr de los meses.

La publicación de la carta incendiaria de AMLO contra el Parlamento Europeo sin poner en consulta al canciller -o peor, sin siquiera informarle- es, para muchos, la cristalización de ese destrato creciente. Pero Ebrard lleva meses leyendo mensajes que, según varios de sus colaboradores, lo van empujando a evaluar una salida del Gabinete.

No hablamos de ningún suceso del todo novedoso. AMLO suele someter a sus aliados “moderados” -o con ciertos destellos de autonomía- a una suerte de reto de resistencia. Los expone, los contradice, los debilita frente a sus interlocutores. Los agota. Le pasó a Poncho Romo, lo sufrió Arturo Herrera, por mencionar algunos casos icónicos. Y así, salvo excepciones, tenemos un gabinete en silencio, paralizado, sin iniciativa.

Mientras tanto, en un carril paralelo, Claudia Sheinbaum transita en las últimas semanas un notorio momentum, con un elocuente respaldo de la cúpula obradorista. En pocos días, reunió a todas las gobernadoras en el encuentro Mujeres por la Cuarta Transformación y también ofició como co-anfitriona en el evento municipalista. En ambos actos la militancia la pidió como candidata para 2024.

Hubo otros gestos en ese mismo sentido. Un puñado de semanas atrás, Adán Augusto reunió en privado a todos los diputados, alcaldes y regidores mexiquenses de Morena. En el palacio de Segob, les comunicó que toda la operación de la revocatoria de mandato quedaba en manos de Sheinbaum. A ella debían reportarle cualquier asunto político. A nadie más.

AMLO suele someter a sus aliados “moderados” -o con ciertos destellos de autonomía- a una suerte de reto de resistencia. Los expone, los contradice, los debilita frente a sus interlocutores. Los agota.

Unos días más tarde, esa misma reunión privada se repitió, pero con los gobernadores del Pacífico, y toda la tropa de funcionarios obradoristas de esa región. El mensaje de Adán fue idéntico. “El empoderamiento de Claudia en estas horas es total”, reconocen en Segob.

El rol de Mario Delgado también aparece con frecuencia en los cálculos de Ebrard. Y siempre con una creciente desconfianza. El dirigente de Morena hace tiempo que repite que no es “empleado” del canciller, y que su carrera política tiene vuelo propio. El asesor estrella de Delgado, Iván Silva, lo convenció de que sólo con Sheinbaum de candidata presidencial puede aspirar a pelear la Jefatura de Gobierno en CDMX.

Como si fuera poco, detrás del conflicto con España, pero también en la designación de embajadores intransitables como Pedro Salmerón, aparece la figura de la Primera Dama. En la 4T es un secreto a voces que Beatriz Gutiérrez ejerce una especial resistencia contra el canciller. Sólo hay que revisar las columnas de Agustín Gutiérrez Canet o repasar la tortuosa relación con Martha Bárcena.

 

Beatriz ahora retomó su agenda internacional, con una gira que incluyó una visita a la Argentina -donde se reunió con Alberto Fernández- y también ostentó la representación de México en la toma de protesta de Gabriel Boric, el flamante presidente de Chile. ¿AMLO seguirá alimentando esa función de canciller oficiosa?

El panorama para Ebrard es crítico, pero quien crea que esta carrera ya está definida, desde luego se equivoca. Ahora bien, la fotografía del momento sin duda abre interrogantes para el ebrardismo: ¿someterse a este desgaste tiene realmente algún beneficio palpable? ¿no será momento de explorar otras posibles rutas? O acaso la pregunta que va directo al hueso: ¿se puede romper con un presidente tan poderoso?

Estas dudas probablemente lleven a Ebrard a un viaje por 1994, cuando su maestro Manuel Camacho Solís se enfrentó al mismo desafío ante Carlos Salinas de Gortari, aunque con notables matices, por supuesto. El ex regente del Distrito Federal -de fluidos lazos con la oposición al salinismo- amagó y estiró la liga, pero jamás la rompió. Al menos hasta finales de marzo de ese año. El asesinato de Luis Donaldo Colosio desde luego ensucia cualquier análisis posterior.

“Manuel siempre pensó que se le debía haber participado de otra forma, o que se le hizo creer otra cosa. No estaba en desacuerdo con la persona elegida, sino por la forma en que eso se hizo”, es el recuerdo del propio Ebrard en el documental de Diego Enrique Osorno. Casi 30 años después, ¿qué aprendizaje habrá sacado Ebrard de esa experiencia, quizás el destape más traumático del México moderno? Por lo pronto, desde las oficinas de SRE aseguran oficialmente que Ebrard está firme.

Un último detalle para muchos morboso: si Ebrard optara por transitar una candidatura por fuera de Morena, su destino casi inexorable sería Movimiento Ciudadano, donde el suspirante más potente es nada menos que Luis Donaldo Colosio hijo.