Gerardo del Villar: El fotógrafo que quiere cambiar la historia de los tiburones

Por: Rocío Rios

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30 de marzo de 2025

Un mar sin tiburones siempre es una mala noticia. Para el fotógrafo submarino Gerardo del Villar, este es un mensaje urgente, una llamada de atención para el mundo.

Si en el pasado sus cámaras se enfocaban en retratar la fuerza brutal de estos depredadores marinos, hoy su objetivo es otro: cambiar la percepción errónea de los tiburones como asesinos despiadados y evidenciar las amenazas que enfrentan en sus hábitats naturales. En sus fotos no solo hay tiburones, hay historias, hay vida y hay una necesidad de concienciación.

Un amor a prueba de todo

La relación que Del Villar mantiene con los tiburones es de amor. Lo repite varias veces, siempre con una sonrisa. Su conexión con estas criaturas que han cruzado los océanos durante 400 millones de años lo ha convertido en un apasionado defensor de su conservación. “Ellos son los que están en peligro, no nosotros”, dice con firmeza. Y tiene razón. Cada año, cerca de 100 millones de tiburones son cazados alrededor del mundo, principalmente por la pesca ilegal e incidental. De las 536 especies conocidas, 316 están en peligro de extinción.

El daño que el hombre ha causado a estos animales, esenciales para el equilibrio de los ecosistemas marinos, es devastador. Su carne es consumida en todo el mundo, y su presencia en los océanos es cada vez más escasa. No obstante, los tiburones son animales admirables. Desde las poderosas mandíbulas de los más grandes, capaces de ejercer hasta 1.8 toneladas de fuerza, hasta las células de su piel que les permiten detectar movimientos en el agua.

El testigo de la diversidad tiburonera

Gerardo del Villar es un testigo único de esta biodiversidad. Como el único latinoamericano en interactuar libremente con 10 de los tiburones más peligrosos del mundo, su carrera está marcada por logros impresionantes. Ha fotografiado 40 especies de tiburones, incluidos ejemplares de gran notoriedad como el tiburón blanco, con el que ha nadado sin la protección de una jaula. Un desafío que, aunque riesgoso, fue para él una experiencia científica invaluable.

En su lista de encuentros más extraños y fascinantes, Del Villar recuerda con especial cariño al tiburón salmón, que buscó en las frías aguas de Alaska, o al tiburón zorro, cuya presencia en las aguas de Filipinas lo dejó asombrado. Su pasión por estos animales lo ha llevado a explorar rincones remotos del planeta, y no tiene intención de detenerse. En su mente, hay proyectos pendientes como bucear en la Antártida o adentrarse en las aguas de Raja Ampat, en Indonesia, en busca de nuevas especies y de capturar imágenes únicas.

La inspiración de los grandes exploradores

El fotógrafo y aventurero no es solo un amante de los tiburones. Sus influencias provienen de figuras legendarias como Sir Ernest Shackleton, uno de los grandes exploradores de la historia, o Sir Edmund Hillary, quien conquistó el Monte Everest. De hecho, Del Villar cita a Shackleton como una gran fuente de inspiración por su valentía y su capacidad de explorar el mundo en tiempos en que no existía la tecnología moderna. Y, por supuesto, Jacques Cousteau y el documentalista mexicano Ramón Bravo también han marcado profundamente su camino en la fotografía submarina.

El valor de los tiburones vivos

Más allá de ser criaturas que infunden miedo, los tiburones juegan un rol crucial en la salud de los océanos. Su presencia es sinónimo de ecosistemas marinos saludables y biodiversos. De hecho, en muchos lugares del mundo, los tiburones son esenciales para el turismo, generando una importante fuente de ingresos para las comunidades locales. En México, hogar de 111 especies de tiburones, la captura comercial de estos animales sigue siendo un problema grave. Con cerca de 45,000 toneladas de tiburones extraídos al año, el país ocupa uno de los primeros lugares en captura mundial de estos animales.

A pesar de las adversidades, Del Villar no pierde la esperanza. “El miedo es su mejor aliado”, dice con una sonrisa. Un guiño a la película Men of Honor, su favorita. Y aunque los tiburones enfrentan un panorama sombrío, el fotógrafo cree que aún hay tiempo para cambiar la historia.

Un recordatorio personal

Cada vez que Gerardo recuerda sus inmersiones, una sonrisa se asoma en su rostro. Un pequeño diente de tiburón tigre, que cuelga de su cuello, es su recordatorio de disfrutar cada día. Un diente que casi le cuesta la vida durante una inmersión, cuando un tiburón tigre se le acercó peligrosamente. Pero para Del Villar, ese pequeño diente simboliza la lección más importante de todas: la vida es frágil y hay que aprovecharla al máximo.

Es un recordatorio constante de que la aventura no termina nunca, al igual que su misión de seguir protegiendo a los tiburones y sensibilizando al mundo sobre la importancia de estos magníficos depredadores marinos. “Los tiburones también tienen miedo”, dice, un título que ha dado nombre a su libro y que refleja la delicada relación entre el hombre y el mar.

Gerardo del Villar sigue explorando, sigue fotografiando y sigue luchando por un futuro en el que los tiburones no sean solo víctimas de la extinción, sino una presencia invaluable en los océanos.