La exsecretaria de Estado de Peña Nieto, detenida por los desvíos millonarios de La Estafa Maestra, tendrá que firmar cada 15 días y tiene prohibido salir de México
Rosario Robles ha quedado este viernes en libertad después de tres años en prisión preventiva por el caso de desvíos millonarios bautizado como La Estafa Maestra. La secretaria de Desarrollo Agrario y Desarrollo Social durante el mandato de Enrique Peña Nieto (2012-2018) solicitó en al menos siete ocasiones poder defenderse en libertad desde que ingresó en el penal de Santa Martha Acatitla en agosto de 2019. El juez le denegó esa posibilidad, una y otra vez, por riesgo de fuga. El pasado miércoles lo volvió a intentar alegando “diversas enfermedades” y “motivos de edad”.
La Fiscalía General de la República (FGR) valoró entonces el estado de salud de Robles, que tiene 66 años, estudió las medidas de seguridad pertinentes para evitar que evada el proceso y pidió la sustitución de la prisión preventiva, según ha informado la institución. El juez de control ha aceptado la petición, adoptando otras medidas cautelares, que serán la prohibición de salir del país sin autorización, la entrega de su pasaporte a la Fiscalía y la firma cada 15 días en el juzgado.
Robles ha salido de la cárcel al filo de las once de la noche, ha afirmado que en los últimos tres años conoció “la injusticia en carne propia” y ha reiterado que defenderá su inocencia. También ha agradecido al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, que visitó Santa Martha Acatitla en mayo pasado y atendió las peticiones de unas 200 mujeres detenidas. El ministro alentó entonces un debate público sobre el uso del instrumento de la prisión preventiva, que según el artículo 20 de la Constitución no puede exceder “en ningún caso” un período de dos años, “salvo que su prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del imputado”.
Ya en los últimos meses, la también exdirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), había logrado algún avance en su situación procesal. Obtuvo, por ejemplo, la suspensión de una orden de aprehensión en su contra por los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero a través de un amparo. La trama en la que está involucrada es especialmente emblemática porque su aprehensión fue el primer gran hito del plan de lucha contra la corrupción de la Cuarta Transformación, el proyecto político del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ese programa se centró en las malas prácticas de las anteriores Administraciones del PRI y del PAN.
No obstante, la investigación de La Estafa Maestra estuvo estancada durante meses, también por los retrasos derivados de la pandemia de covid-19, y ha pasado por varios giros de guion. La exsecretaria negoció con la Fiscalía y tuvo delante de sí una oferta que estuvo de escribir el epílogo del proceso. Durante el juicio, a principios de 2021, Robles ofreció declararse parcialmente culpable de un fraude que, en su conjunto, supuso el desfalco de más de 400 millones de dólares. El objetivo era conseguir una reducción de pena, de 21 a seis años. Pero de repente la funcionaria cambió de parecer y optó por ir a juicio y defender su inocencia.
Los tiempos y las negativas de la justicia, que siempre había concluido que existía riesgo de fuga o que los delitos que se imputan a Robles no han prescrito, llevaron a la política a acusar directamente al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, de persecución y al propio López Obrador de venganza política. “Me convertí en rehén”, escribió en una carta que su hija, Mariana Moguel, leyó el pasado mes de marzo a las puertas del Palacio Nacional. El mandatario siempre ha rechazado la tesis de que el caso esté politizado y ha ceñido su desarrollo exclusivamente a las decisiones del poder judicial. “Por lo que corresponde al Ejecutivo no hay ninguna venganza, nosotros no hacemos eso, eso es inmoral, es indigno, eso le resta a cualquiera autoridad y para nosotros lo más importante es la autoridad moral”, afirmó el presidente.
Estudió Filosofía y Letras y en 2006 empezó a trabajar en EL PAÍS tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana. Actualmente trabaja en la redacción de Ciudad de México